¡Qué nervios!

Messi y Laporta, en una imagen de archivo

Messi y Laporta, en una imagen de archivo

Carles Sans

Carles Sans

Hay dudas, hay prisa y mucha inquietud en el entorno culer. Es normal, venimos de una temporada, yo diría que fea, una temporada que más allá del merecido triunfo de la Copa de Rey, ha habido muy poca fe, aunque en algún momento hayamos pensado en que la Liga era posible. Después del chasco contra el Granada, la realidad nos puso en nuestro sitio. Los barcelonistas hemos tenido el consuelo de que el eterno rival, el Real Madrid, se ha ido a casa con peor bagaje que el nuestro: cero títulos; que si no, el revuelo hubiese sido escandaloso. La plantilla, por segundo año consecutivo, también ha tenido suerte porque se ha ahorrado el chorreo del socio que, estoy seguro, hubiera sido de los gordos. 

Ahora hay prisa para ver cómo el nuevo presidente se las ingenia para sacudirse a varios jugadores que no valen para una futura plantilla. Hay dudas de si Koeman se mantendrá en el club que el solito ha mantenido a flote durante el vacío de poder que dejó Bartomeu. Hay expectación por los nuevos fichajes. Solo podemos contar con jugadores que se les acaba contrato y que están dispuestos a reducirse el sueldo. También en el entorno existe la duda de si se mantendrá la expectativa iniciada por el entrenador holandés de seguir dando alas a los chavales jóvenes. Recordemos que todavía queda alguna perla por llegar de las nuevas hornadas de la Masía.

En fin, son muchos los interrogantes abiertos, y cuando esto ocurre la impaciencia de prensa y afición se hace mayor cada día que pasa. El papel de la nueva junta es muy complicado. Se le pide gestión a quien no tiene ni siquiera para hacer, como diría Messi, malabares. Pero ahora que nombro al crack, es ahí donde radica la mayor incógnita. La gente se pregunta: ¿Quién meterá 30 goles si Leo se marcha? Existe miedo psicológico a separarse de él. Aunque es obvio, digo yo, que algún día tendremos que romper ese cordón umbilical que nos adhiere al mejor del mundo. Ojalá se quede, pero si se va, que nadie se rasgue las vestiduras, el Barça seguirá siendo grande, aunque solo ganemos la Copa del Rey.