No, esto no es lo que hay

El Barça lamenta el empate ante el Alavés

El Barça lamenta el empate ante el Alavés / David Ramírez

Rubén Uría

Rubén Uría

Los profetas del pasado siguen empeñados en vivir en Narnia. Entre las viudas mediáticas de Bartomeu y su fábrica de lugares comunes se pretende repetir una mentira mil veces para hacerla pasar por realidad. "Esto es lo que hay". Y no, esto no es lo que hay. Hay más. Que el Barcelona se ha debilitado es un hecho innegable, que tiene menos talento en su plantilla lo ve un ciego, que ya no está el mejor de todos los tiempos es una realidad y que del carro están tirando chavales que tienen mucho futuro pero todavía no pesan en el presente, es cierto. Dicho eso, si alguien en sus cabales quería hacernos creer que, tres días después de marcharse Koeman, el Barcelona iba a ser el Brasil del '70, es que alguien vive en el mundo de la gominola y la piruleta. No, el Barcelona sigue instalado en la duda, sigue teniendo decenas de problemas futbolísticos, sigue anémico de confianza y encaja goles que son de Expediente X. Eso es así. Por eso el público está vaciando el Camp Nou, porque el equipo no transmitía nada y porque el personal mendiga ratos de buen fútbol que no han existido en cuatro meses. Jugando bien, el público volverá. Tardará una semana, un mes o dos, pero volverá. Anoche vimos otro equipo, otra intención, otro discurso y otra manera de comportarse. Nunca fue el qué, sino el cómo. Ante el Alavés se vio un Barcelona reconocible, no un engendro sin pies ni cabeza. Un equipo que quiso someter al otro con la pelota, laterales armónicos, buena salida de balón, interiores en carriles y extremos bien abiertos. Orden y sentido común. El resultado fue malo, pero el juego no. No es lo que hay. Hay bastante más. Ganar títulos parece una quimera, pero la primera piedra para empezar a ganar partidos se ha puesto. Los equipos no son una sopa instantánea. Se han tirado cuatro meses al contenedor de la basura, pero si se sientan las bases, si el equipo empieza a encontrar caminos, crecerá. Falta gol, pero hay intención. Falta talento, pero los jóvenes quieren. Falta solidez, pero encajó en una jugada maradoniana aislada. Y falta mentalidad, pero viendo cómo juegan Nico y Gavi, hay licencia para creer. No, esto no es lo que hay. La resignación no sirve y el equipo debe apartar de sí mismo el cáliz envenenado del conformismo. Nadie sabe si Xavi acabará teniendo una varita mágica o no. Pero mientras tanto, el Barcelona volvió a ser un equipo reconocible y no el circo de Manolita Chén. Ese es el camino, porque para este club siempre fue el cómo y no el qué. Anoche el Barcelona retornó a sus esencias. Tercer hombre, interiores activos, extremos abiertos, circulación rápida. Jugar. Un pequeño paso para el equipo, pero uno gigantesco para el club.