Los 'haters' y el Barça

Jordi Alba y Piqué, en el banquillo del Barça

Jordi Alba y Piqué, en el banquillo del Barça / EFE

Rubén Uría

Rubén Uría

Hace tiempo que quería denunciarlo y hoy es el día. Su bandera es la violencia verbal. Su religión, el ‘hate’. Su nicho, las redes sociales. Que el Barça siempre tuvo querencia por la autodestrucción no es nuevo. Que su entorno es el más tóxico del deporte, tampoco es novedad.

Lo realmente novedoso es que toda esa bilis, concentrada como detergente, se ha canalizado y multiplicado, de manera histérica, en las dichosas redes sociales. A Laporta le dan clases gratis de economía, a Mateu Alemany le dan cursillos de negociación exprés, a Xavi le aplauden si gana y si no, le restriegan porcentajes de derrotas y le dicen que el cargo le va grande.

A Ter Stegen le beatifican o crucifican cada fin de semana, porque cuando saca la mano es el Mesías y cuando no bloca, es ‘Ter Statuen’; a Sergi Roberto le despellejan vivo y juegue como juegue, le han hecho la cruz; a Frenkie de Jong, que es más bonito que bueno, le toca siempre partida de dados: si saca del uno al cinco, se sigue dudando de él y, si saca seis, vuelve a tirar.

A Piqué, experto en ‘padrear’ a todo Dios, se le santificó siempre, pero ahora está en el ocaso, acabará devorado por sus hijos, como Saturno; a Busquets, el mejor mediocentro de la historia, le llaman acabado, y le llamarán cosas peores como no se rebaje la pasta; a Jordi Alba le insultan con saña y con una impunidad tan asquerosa, que el club debería avergonzarse de permitirlo.

A Dembélé le han matado y resucitado, a la misma velocidad que renovaba o no, y que se lesionaba o no. Y a Ferran, que lleva cinco minutos en el club, ya le están diciendo que estorba, que no sirve y que no vale lo pagado.

Son las redes sociales. Es el ejército de Twitter. Las hordas de tuiteros que dan lecciones desde el sofá, reparten carnés y por el mismo precio, los quitan. Deciden de qué se puede opinar y de qué no. De qué se puede escribir y de qué no. Son idiotas de enciclopedia, los de toda la vida, potenciados por el altavoz de las redes, su particular bar de borrachos.

Son legión. ‘Haters’ de todo a cien. Censura, coartan, insultan y cuestionan. Son un ejército de bobos, una legión de ‘bots’ que, amparados en el anonimato y una pose infantiloide, se creen que han inventado el Barça. Creen que la vida es ‘Twitch’, salen de cacería poseídos por la cultura exprés del ‘like’ barato y su deporte olímpico es odiar.

Como las cucarachas, nacen, se reproducen, retuitean y mueren, silenciados o bloqueados. A nadie le importa si son niños-rata que se aburren mucho, si están teledirigidos por alguien o si son así de idiotas por pura iniciativa personal. El orden de los factores no altera el producto. Han entrado en el Barça, pero el Barça jamás entrará en ellos.