Hasta siempre, Diego

Hasta siempre, Diego

Hasta siempre, Diego / sport

Pichi Alonso

Pichi Alonso

Se nos fue Diego, se nos fue uno de los mejores futbolistas de la historia, y tuve la gran suerte y el gran honor de convivir en el mismo vestuario las dos temporadas que permaneció en el FC Barcelona. Llegó muy joven, tal vez demasiado, con 21 años de antes, -que no son los de ahora-, y probablemente sin la madu- rez necesaria para erigirse en el líder , como posteriormente fue en el Nápoles y en la selección Argentina. No pudimos dis- frutar a tope de todas sus grandes virtudes como jugador, sobre todo de esa endiablada técnica que le permitía hacer lo insos- pechado con el balón – o incluso con una naranja- en los pies. Pudo y debió marcar una época en el Barça, y no lo hizo. No lo hizoporladesgraciadalesiónsufrida ensuprimeratempora- da y de su enfermedad en la siguiente, que le alejaron muchos partidos del verde césped, y, sobre todo porque a alguien se le ocurrió dejarlo escapar al futbol italiano, por unos cuantos mi- llones.

El espectador del Barça que acudía al estadio tal vez no pudo ver en su totalidad las genialidades del argentino, como futbo- lista,perolosquetuvimoslasuertedeentrenarconél adiario, quedábamos maravillados de su gran calidad. Sin ningún tipo de dudas estuvimos al lado del mejor jugador del mundo en esa época.

Era uno mas en el vestuario, cercano, humilde, se hacia con to- dos, lejos del comportamiento de un divo, aunque lógicamen- te tenia mas relación con unos que con otros. Mayor empatía por ejemplo con el Lobo, Marcos, Clos, Migueli o Julio Alberto. Esto nos sucede a todos pero, repito, su comportamiento fue exquisito con todos y cada uno de los integrantes del vestuario. Quiero recordarle como aquel chaval sentado a mi lado en el autobús camino del aeropuerto, hacia Pappendal, para rea- lizar la pretemporada. Sencillo, asustado, introvertido y expec- tante, que ya con solo unos pocos días en Barcelona echaba de menos su tierra y sus gentes como buen argentino, y que nece- sitaba de ellos para ser feliz. Tal vez se equivocó o le equivoca- ron, se desvió del camino o lo desviaron, pero eso no me inte- resa, me interesa el Diego futbolista, y él fue el numero uno. Argentina llora, y seguirá llorando, pues nunca un futbolista arrastró a tanta y tanta gente, tantos seguidores, por eso DIEGO ARMANDO MARADONA es DIOS.

Un enorme placer haber compartido vestuario contigo Diego. Descansa en paz.