Habrá un antes y un después de esta jornada

Luis Suárez celebra el segundo gol del Barça en Getafe

Luis Suárez celebra el segundo gol del Barça en Getafe / AFP

Ernest Folch

Ernest Folch

Hay jornadas que son especialmente trascendentes. La jornada 18 de este campeonato, en la que se sumaron la victoria del Barça, la derrota del Madrid y el empate entre Atlético y Sevilla, ha servido para que el equipo de Valverde pegue el primer gran acelerón del campeonato. El Barça aprovechó el regalo del Real Madrid, y laLiga, un año más, empieza a tener color blaugrana. El errático Madrid de Solari se despeñó ante la Real Sociedad, y esta vez el batacazo empieza a tener tintes dramáticos. Prueba de ello es que el club blanco anunció, todavía con el partido del Barça en juego, el fichaje de Brahim procedente del City, el viejo truco de toda la vida para tapar con una contratación su angustiante momento. El abismo que separa hoy mismo a los blaugranas de los blancos tiene muchos factores, pero sin duda el más espectacular tiene que ver con su capacidad goleadora: el Barça lleva 50 goles contra 26 del Madrid, casi el doble de dianas a una jornada de terminar la primera vuelta de laLiga. En estos momentos, el Real Madrid es un equipo incapaz de traducir en gol su dominio y, en cambio, el Barça puede, como ayer, adelantarse en el marcador sin haber empezado a generar juego. El abismo goleador no es sino el reflejo del abismo de tener a Messi el Barça y de no tener a Cristiano el Real Madrid, una diferencia que ayer se plasmó con toda su crudeza: mientras Messi mandó sobre el partido cómo y cuando quiso, el Madrid volvió a deambular sin ningún referente donde agarrarse en los malos momentos. El equipo blanco salta hoy al campo sin liderazgo en el banquillo ni en el campo, mientras el equipo de Valverde, agarrado a Messi, puede presumir de ser otra vez, como ya ocurrió la temporada pasada, un equipo sólido y que sabe muy bien cuál es su hoja de ruta. Al Barça se le pueden, y se le deben, exigir todavía muchas mejoras, pero nadie podrá discutirle su afán competitivo, su fiabilidad y su capacidad de haber construido una plantilla donde por fin hay un grupo extenso de jugadores que puede jugar en cualquier momento y se creen trascendentes. El Barça salió ayer a jugar con un banquillo en el que había jugadores como Coutinho o Busquets, algo que le permite afrontar con más garantías la fase decisiva de la temporada. El equipo dio ayer un paso de gigante, básicamente porque tiene a Messi y sabe lo que quiere. Más que suficiente para empezar a ganar otra Liga.