Desde que se fue Guardiola

Mascherano y Pep Guardiola, en su etapa en el Barça

Mascherano y Pep Guardiola, en su etapa en el Barça / FCB

Carles Sans

Carles Sans

A partir del momento en que Pep Guardiola abandonó como entrenador el FC Barcelona allá por el 2012, de forma lenta y paulatina las cosas empezaron a declinar para el club azulgrana. Después de 4 temporadas memorables, Guardiola decía adiós porque de lo contrario temía que equipo y entrenador se acabarían haciendo daño. Fue una expresión, a mi juicio, que llevaba un mensaje de mucho calado. 

Guardiola, después de un año sabático en Nueva York, se fue al Bayern Múnich con un contrato millonario bajo el brazo. Allí ganó siete títulos y se marchó de Múnich, supongo, para no hacerse daño también. Llegó al Manchester City donde sus amigos Txiki Begiristain y Ferran Soriano le esperaban con los brazos abiertos y un contrato, si cabe, más voluminoso que el del Bayern.

Ahora ha conseguido para los “citizen” la cuarta Premier League y suma 11 títulos para un club que se ha situado entre los más poderosos del continente. Lo de Pep es un carrerón de superentrenador que demuestra que lo que consiguió en can Barça no fue únicamente porque tuviera al mejor jugador del mundo, Leo Messi. El mejor equipo de la historia lo tuvimos con Guardiola y tardaremos muchísimo en volver a ver algo parecido.

Desde entonces han pasado por el club siete entrenadores y durante este tiempo se han ido yendo las estrellas. Neymar, primero; luego Luis Suárez y finalmente la que brilló con más fulgor: Leo Messi. Una desescalada lenta pero imparable que ha ido rebajando la calidad y las expectativas del equipo.

El daño que quiso evitar Pep cuando se fue nos lo hemos ido haciendo nosotros solitos. Si al deterioro deportivo le añadimos el descalabro económico de la era Bartomeu, nos encontramos con una situación desoladora y con un decaimiento general de la afición contra el que Jan Laporta y su junta pelean a diario para conseguir un milagro en forma de euros que revierta la situación. 

Como Pep no va a volver, tenemos que creer en Xavi Hernández, al que hay que ayudar a reflotar un equipo desmotivado y sin estrellas. Ahora ha terminado la temporada y con ella la pesadilla de un año con varias decepciones y con una actitud que detesto: la de que, como pasa en casa del pobre, únicamente nos alegramos de las desgracias del rico.