Griezmann y las espinacas de Popeye

Griezmann, con la selección francesa

Griezmann, con la selección francesa / AFP

Ivan San Antonio

Ivan San Antonio

Griezmann es el último futbolista en el mundo cuyo traspaso superó los cien millones de euros. Días antes de que firmara por el Barça, el 12 de julio de 2019, Joao Felix lo había hecho por el Atlético y Hazard, en julio de ese mismo verano, llegó al Real Madrid. Los tres grandes sacaron del bolsillo una cartera a la que se le caían los billetes y se gastaron 406 millones de euros en tres jugadores que aún deben justificar su precio.

El Barça solo está obligado a aguantar su vela (que cada palo aguante la suya), en este caso un Ferrari al que condenaron a circular en un garaje y al que Valverde y Setién no supieron sacar de la cueva. O no les dejaron. De eso se queja ahora el propio Antoine, haciendo un Jordan Belfort golpeándose el pecho tras exhibirse con Francia. La 'bleu' es a Griezmannn lo que las espinacas de lata a Popeye, al que le importaba poco si Bluto llegaba por la derecha o por la izquierda. Nunca puso excusas para defender a Olivia.

El francés, en cambio, prefiere buscar aliados en su país para no criticar abiertamente las supuestas injusticias vividas en el Camp Nou: "Deschamps sabe dónde ponerme", dijo tras ganar a Croacia. Valverde y Setién, se entiende, no se lo encontraron en Barcelona. Y eso interpela a Koeman, al que, en este caso y en otros muchos, no se le puede reprochar nada. Siendo muy generosos con Antoine, podría llegar a dudarse de que sus palabras en público retándole a dar más fueran convenientes. Nada que un profesional no pueda y deba asumir por parte de quien tiene el mando de un equipo que, en cambio, aún está esperando su aportación. Quejarse, buscar excusas o sacar pecho es fácil. Lo difícil es asumir tus propios errores. Lo fácil es no entender nada.