A Griezmann se le fichó exactamente para esto
El Barça hizo valer su condición de ‘grande’ y ganó ‘in extremis’ un partido que tenía perdido y por el que había transitado más muerto que vivo hasta el último cuarto. En el minuto 72 De Jong filtró un pase de artesano a Griezmann, que hizo valer su condición de ‘9’. Hasta aquel momento el equipo de Setién había pasado de puntillas por el partido como si no fuera con él, despistado y superado por un Ibiza admirable, que hizo méritos para sentenciar el encuentro con un segundo gol. Pero el fútbol poco sabe de justicia y de merecimientos. En el momento culminante el partido, el Barça encontró por fin la conexión letal, Ansu Fati se puso el equipo encima de sus hombros, el equipo puso media marcha más, y al filo de la prórroga, volvió a aparecer Griezmann, para certificar que a menudo basta con la pegada para sobrevivir, incluso para ganar, como ayer, sin merecerlo. El Barça de ayer poco tuvo que ver con el que vimos contra el Granada: la apuesta delicada y ambiciosa del domingo dejó paso a una victoria vulgar como la de ayer, meramente resultadista. El equipo puede intentar justificar su pésima actuación con la excusa de la Copa, el campo o el nuevo sistema de competición. Lo que se quiera. Pero por mucho que se adorne, ayer se volvieron a ver, a pesar del nuevo entrenador, vicios antiguos.
GRIEZMANN HACE DE ‘9’
La buena noticia del partido es que Griezmann hizo ayer exactamente lo que se espera de un ‘crack’ y también de un ‘9’. En pleno debate sobre el delantero centro, el francés resolvió por la vía directa un partido muy feo y además lo hizo con la definición que se espera del ariete que el Barça rastrea por media Europa. A Griezmann se le fichó exactamente para esto: para aparecer cuando no está Messi y resolver partidos por su calidad. Ibiza debería ser el punto de inflexión a partir del cual el futbolista francés tenga la influencia y la capacidad resolutiva que demostró en el Atlético.
RIQUI, UN PARTIDO PARA APRENDER
Después de su espléndida aparición contra el Granada, Riqui Puig estuvo ayer muy por debajo de lo que se espera de él: defendió mal el gol del Ibiza y perdió pelotas en zonas comprometidas. Setién volvió a confiar en él, pero lo cierto es que no era partido para peloteros. Dicho esto, sería injusto culparle de la horrenda primera hora del partido en la que todos, sin excepción, rozaron el ridículo. Para un jugador de la edad de Riqui, un mal día como el de ayer debe servirle como aprendizaje.
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