Que Griezmann se vaya es corregir un gran error

Griezmann, en una imagen de esta pretemporada

Griezmann, en una imagen de esta pretemporada / EFE

Lluís Mascaró

Lluís Mascaró

El regreso de Griezmann al Atlético es la confirmación de un gran fracaso. Es el punto final a una historia de decepción absoluta. El delantero francés fichado hace dos años no ha rendido jamás al nivel que se esperaba. Comprado por un desbocado Bartomeu a precio de estrella (costó 120 millones de euros) y con el segundo mejor sueldo de la plantilla solo por detrás de Messi (50 millones brutos por temporada), Griezmann no se ha adaptado nunca al Barça. Ni futbolística ni personalmente. Y su vuelta a los brazos de Simeone es la mejor solución tanto para el jugador como para el club blaugrana. Fue un error ficharlo. Y ha sido un gran acierto desprenderse de él. 

El Barça no pierde demasiado con la marcha de Griezmann. Esa es la triste realidad. El problema reside en que su relevo tampoco genera excesiva confianza. Se trata del holandés Luuk De Jong, un goleador que ya no tenía cabida en el Sevilla y que llega al Camp Nou casi de rebote, para intentar contentar a un Koeman que vivió, como todos los culés, una jornada de locura: hasta seis operaciones cerró el Barça en menos de 24 horas. Y las de Griezmann y De Jong no se confirmaron hasta la una de la madrugada...

Toda esta actividad frenética en los despachos el último día de mercado solo puede indicar una cosa: una pésima planificación. Se puede entender que la crisis económica haya condicionado de forma definitiva tanto los fichajes como los traspasos. Pero resulta indefendible la improvisación y el caos. El Barça ha tenido más de tres meses para confeccionar una plantilla de garantías pero no ha podido (o no ha sabido) hacerlo. Y las prisas de ayer son el reflejo de la impotencia de un proyecto que Laporta anunció como ilusionante y que está resultando, hasta ahora, poco esperanzador. Porque, al final, Koeman tendrá que conformarse con cuatro refuerzos ‘low cost’ (Memphis, Eric Garcia, Kun Agüero y Luuk De Jong) y la aportación de tres niños geniales (Nico, Gavi y Demir). Con eso (y sin Messi) tendrá que fabricar un equipo campeón. Un reto descomunal.