Gratitud

Dembélé negocia su renovación

Dembélé negocia su renovación

Alfredo Martínez

Alfredo Martínez

Los jugadores juegan casi siempre donde quieren, eso es evidente, salvo honrosas excepciones como Messi. Los Cristiano Ronaldo, Ilaix, Coutinho o Memphis eligen los clubes a los que quieren ir con total normalidad. Los contratos se dicen que están para cumplirlos, pero hubo un tiempo en que eran papel mojado. Si un futbolista no quería estar, no había manera de retenerlo. La pandemia ha cambiado un poco todo, pero el jugador sigue teniendo la sartén por el mango. Son días de blindaje y renovaciones en el Barcelona.

Ansu, Pedri y Dembélé. Tres jugadores, tres situaciones.

La de Pedri parece clara. Un jugador fichado en su día, revalorizado y al que hay que adecuar el contrato a su crecimiento y calidad. Sin problemas.

La de Ansu tiene otras variantes. Jugador de la cantera por el que el club en su día apostó muy fuerte. Revalorizado en el club y que le ha convertido en lo que es. Cierto que lanzado hacia el éxito, pero debido a que el Barcelona siempre se volcó en su figura, incluso en la larga lesión, como es natural. Algo de gratitud a la hora de negociar se debe esperar por la otra parte. No son dos desconocidos, no es un club que llame a tu puerta y negocies de cero las condiciones, no. Entre el Barcelona y Ansu, no. La gratitud debe aparecer en medio de todas las cifras y todas las variantes. Son profesionales pero debe haber algo más en casos como este.

Y luego está la de Dembélé. El más difícil todavía. Un futbolista por el que la entidad pagó un millonario fichaje, le cubrió de oro desde el primer día y ha tenido que ver como, por desgracia principalmente para el jugador pero también para el club, se ha pasado la mitad de su contrato lesionado. Y ahora acaba contrato. Sería normal esperar algo de gratitud, de devolver lo mucho que te ha dado el Barcelona estas temporadas con un gesto. Marcharse al acabar el contrato con la carta de libertad sería lícito, pero demostraría una enorme falta de gratitud hacia los que tanto le dieron. Respaldaría la opinión de que muchos son simples mercenarios. Ilaix lo demostró con solo 18 años. El poder del dinero se impuso al agradecimiento. Nada que no se haya visto antes.

Hemos visto multitud de casos contrarios. Futbolistas que han vinculado su contrato al club de su vida rechazando innumerables ofertas superiores, sintiendo los colores o devolviendo lo mucho que el club les había dado. Xavi, Iniesta, Maldini, Totti, Le Tissier son jugadores que rechazaron ofertas millonarias por amor a unos colores. El último ejemplo de Piqué, rebajándose el salario para permitir que el Barcelona cogiera aire y pudiera inscribir a sus compañeros es otra muestra de ello. A veces no debe ser tan difícil, solo un poco de gratitud y todo arreglado.