La grandeza de Morata

Morata celebra el gol ante Italia en la semifinal de la Eurocopa

Morata celebra el gol ante Italia en la semifinal de la Eurocopa / EFE

Bojan Krkic

Bojan Krkic

El pasado martes, ante Italia, Álvaro Morata superó a Fernando Torres como máximo goleador histórico de la Selección Española en Eurocopas. Además, el jugador de la Juventus también es el segundo futbolista en la historia de dicha competición en marcar tres o más tantos en dos ediciones distintas del torneo, por detrás ni más ni menos que de Cristiano Ronaldo. Son datos nada desdeñables, sin embargo al madrileño parece que no se le termina nunca de dar el valor que merece. 

Ser delantero no es fácil. El goleador siempre tiene presión, vive con ella perennemente. Pero serlo en nuestra selección aún conlleva mucha más si cabe. Aún así, Morata ha demostrado tener una personalidad espectacular, pidiendo el balón en todo momento o demostrando su voluntad de trabajar para el equipo. Y todo ello con la dificultad añadida de encontrarse en medio de un ambiente enrarecido por una parte de la afición y el entorno mediático. Me da la sensación que, desde el principio del torneo, se ha estado esperando a que cometiera algún error para cuestionarle o señalarle y no estoy de acuerdo. Yo soy de los que le defiende y le aplaude. Para mí ha aportado muchas cosas al equipo, y no hablo solo de goles. La prueba la encontramos en el partido de semifinales, hace escasos días. España estaba dominando el juego pero, seamos sinceros, no el partido. Hasta el minuto ochenta, Italia se pudo poner 0-2 por delante haciendo poco. Sin embargo, en una acción individual que se sacó él solo del bolsillo, Morata dio al equipo la posibilidad de verse en la final. Fue a partir de su gol cuando España empezó a merecer más, a creérselo. Y eso es mérito suyo, porque en esos momentos decisivos solo alguien con personalidad y carácter es capaz de revertir las situaciones adversas. Luego es verdad que falló el penalti, pero no hay nada que reprocharle. Quizás lo único discutible es si, con la presión que él venía arrastrando, no hubiera sido mejor tirarlo de los primeros para evitar que cayera sobre él esa responsabilidad. Pero quiso hacerlo, se vio con confianza y decidió tirarlo. Lo que también demuestra que no se esconde y quiere ganar.

Por eso me gusta la actitud que, a pesar de todo, ha adoptado dentro y fuera del campo. Dejándose la piel sobre el verde y no haciendo caso de aquellos que le critican, sino centrándose en lo que depende de él y demostrando que la mejor medicina ante los ataques es evidenciar todas sus virtudes, que no son pocas. 

Me rindo ante ambos

Rafa Nadal decidió hace unas semanas no acudir a la cita de Wimbledon y eso nos ha privado de ver de nuevo un recital como el que nos ofrecieron él y Djokovic en la última edición de Roland Garros. Aquello no fue solo un partido de tenis, fue una demostración de profesionalidad y fortaleza mental por parte de ambos. En ese encuentro el nivel fue altísimo, pero quizás lo más sobresaliente fue la batalla anímica de los dos adversarios. Será muy difícil que volvamos a ver tal ejemplo de competición en otros, pues la forma en que lo hacen está al alcance de muy pocos. Estamos ante dos deportistas históricos que convierten sus enfrentamientos en un espectáculo digno de cualquier obra de arte. De Rafa ya está todo dicho, pero es que Nole está con opciones de ganar este fin de semana su vigésimo Grand Slam (igualando a Nadal y Federer) lo que le daría la opción, en el próximo gran torneo, de ser el primero en la historia en ganar los cuatro en un mismo año. Gane o pierda, sin duda ambos son la clase de profesionales que hacen más grande cualquier deporte.