Un gran triunfo que asegura la continuidad de Messi

Leo Messi lideró el juego del Barça pese a la vigilancia férrea a la que fue sometido

Leo Messi lideró el juego del Barça pese a la vigilancia férrea a la que fue sometido / Valentí Enrich

J.Mª Casanovas

J.Mª Casanovas

Mejor imposible. Mas que una victoria fue una demostración de poderío, control de juego y eficacia goleadora. Partidazo del Barça que impuso su ley en una segunda parte arrolladora. Messi y compañía fueron intratables. El triunfo en la Copa debe significar el punto de partida para un nueva etapa. Laporta puede estar contento, Koeman orgulloso y Messi feliz por levantar su título número treinta y cinco. Fue una noche mágica que los barcelonistas disfrutaron a tope en sus casas.

La superioridad del Barça fue total. 83% de posesión del balón en la primera parte aunque sin goles. Los guardaron para la segunda. En menos de media hora marcaron cuatro goles y dejaron KO a un Athletic que siempre fue a remolque consciente de su inferioridad. El presidente Laporta en el palco no podía disimular su satisfacción, comenzar con buen pie es muy importante. El club necesitaba un éxito de esta dimensión para relanzarse. A partir de aquí, la continuidad de Messi se puede dar por segura. Celebro la Copa como si fuera la Champions y recogió la Copa como un gran campeón. Su rostro le delataba, feliz, contento y orgulloso.

Ganar era vital. Perder hubiese significado una decepción, un auténtico mazazo.  El título copero conquistado genera ilusión y levanta expectativas de futuro. Un club que está acostumbrado a sumar títulos, no podía pasarse otra temporada en blanco como sucedió en la última de Bartomeu. No hay motivo para lanzar las campanas al vuelo, cierto, pero si hay motivo para pensar que este resultado puede significar una inyección de fe de cara a luchar con más ambición por la Liga. El doblete  ahora parece posible.

En Sevilla estaba en juego la credibilidad del equipo y la confianza en el técnico. Los dos pasaron el examen con nota. Messi y compañía hicieron bueno el pronóstico frente a un Athletic que fue muy inferior. Koeman tiene motivos para estar contento. Su trabajo ha ido de menos a más, nadie cuestiona su profesionalidad y se ha ganado la continuidad. El triunfo de la tranquilidad era más necesario que nunca en una temporada atípica marcada por factores extra deportivos de gran incidencia. Entre el Covid, la dimisión de la directiva, la crisis institucional y la tesorería sin fondos, el Barça ha vivido muchos meses al borde del precipicio. Sumar el 31 título de Copa es un bálsamo de presente y un acicate para el mañana.

El valor del título de Copa está en función de las circunstancias. Cuando has ganado la Champions y la Liga, el título de Copa se suele considerar de segundo nivel, sobre todo si lo gana un rival. Pero cuando vienes de una temporada complicada en la que se han acumulado errores, dimisiones y malas decisiones, ganar el torneo del KO sabe a gloria ya que hace cinco meses parecía que la temporada podía acabar en blanco. Es mérito de Koeman que llegó como un parche de emergencia y se ha convertido en una solución. No va de crack como Mourinho ni es un genio como Guardiola. Es un tipo sensato, con sentido común y experiencia. Sabe ganarse la complicidad de los jugadores, potencia la condición física y apuesta por los jóvenes. El carácter ganador de Laporta y su proximidad con los jugadores, es un factor que suma para cambiar la dinámica perdedora de los últimos tiempos.

EL BARÇA PERDIÓ ANOCHE 8 MILLONES

Fue la final más atípica de todas las que ha disputado el Barça. Sin aficionados, sin pasión en las granas, si poder verla en las peñas y sin poder disfrutarla en los bares. Una lástima porque el fútbol sin espectadores es un espectáculo mutilado. El único consuelo es que los culés lo celebraron a lo grande en sus casas cuando llevan más de un año sin poder ver en directo a su equipo. La desafección que crea el Covid será un problema de futuro ya que algunos socios veteranos se están acostumbrando a verlo por televisión y costará que vuelvan al campo. Anoche el Barça dejo de ingresar ocho millones de euros, la parte proporcional que le hubiese tocado con un lleno en La Cartuja. La falta de espectadores también motivo que esta vez el himno nacional no fuera pitado, silencio sepulcral y frialdad en el palco. Nada que ver con lo que sucedió en la final del 2009 celebrada en Mestalla donde TVE española silencio los pitos de catalanes y vascos con una decisión que se les volvió en contra. Por cierto, de aquella final celebrada hace done años y que el Barça ganó por 4-1, todavía quedan tres supervivientes en el primer equipo: Messi, Pique y Busquets. La copa sigue siendo el torneo talismán para el Barça, tenían ganas de volver a ganar y lo consiguieron.