El gran problema de Dembélé es su precio desorbitado

Dembélé no está en venta

Dembélé no está en venta / Javi Ferrandiz

Ernest Folch

Ernest Folch

Valverde perimetró el incendio Dembélé con la única decisión posible: dejarlo fuera de la convocatoria y enviarle una advertencia pública. El club fue hábil y combinó el castigo con el alta de Messi, la mejor manera de empezar a apartar al jugador francés del foco del conflicto. El entrenador ha aprovechado el lío para fortalecer su posición y a la vez para hacer un gesto con una plantilla que le pide menos protagonismo para el francés y más para Malcom. Porque lo que ha activado el asunto Dembélé es la ley de la meritocracia por la que debe regirse cualquier grupo: si alguien rinde debe tener un premio, pero si se salta las normas de convivencia debe ser sancionado. El francés no puede quejarse: fue recibido por sus compañeros con los brazos abiertos y le han reconocido siempre su potencial. Ahora bien, Dembélé no ha sabido retornar esta confianza y ahora tiene la pelota en su tejado, pero en una posición de debilidad de la que no será fácil salir airosamente. En el fondo, lo que condiciona y enrarece todo el asunto es el precio desorbitado que costó el francés (105+40), convertido en una presión diabólica que es muy difícil de administrar. Con este precio, todo se magnifica y cualquier mínima especulación se convierte en un conflicto de estado. Guste o no, cuanto más dinero, más foco, y cuanto más foco, más impaciencia. Y es que en el Barça el dinero que se paga por un futbolista no es solo una trascendente línea en un balance: se convierte, justa o injustamente, en la vara de medir su fútbol y su aportación al equipo. Valverde ha gestionado la crisis con criterio, pero un Dembélé en su casa son 145 millones en el limbo, una patata caliente que el club debe esperar que se enfríe y evitar así que su valor se deprecie demasiado. Definitivamente, el gran problema de Dembélé es el precio que se pagó por él.