La gran muralla

Imágenes del partido de ida de semifinales de Copa del Rey entre el FC Barcelona y el Real Madrid disputado en el Camp Nou

Imágenes del partido de ida de semifinales de Copa del Rey entre el FC Barcelona y el Real Madrid disputado en el Camp Nou / Javi FERRÁNDIZ - SPORT

Carme Barceló

Carme Barceló

El año nuevo chino, que ya celebramos casi como si fuera nuestro, nos regaló unas camisetas de pose en el Camp Nou y una muralla. Los 21 kilómetros de extensión de la fortificación podrían resumir el largo camino que le resta al Barça por recorrer en esta Copa y el trabajo incansable de los que, desde atrás, le protegen.

Un día como hoy, el titular es para el que no lo fue. Normal. Messi impone incluso mareando la botella de agua con la que jugueteó en el banquillo hasta que Valverde le mandó calentar. En ese momento, Solari se ajustó la americana y tragó saliva. La entrada de Leo movió a la grada y al equipo, cierto, pero a veces hay que dejar a D10s en el cielo y bajar a una tierra en la que cada balón contrario se tiene que defender desde el lodo.

Piqué y Lenglet no saldrán en los titulares. El barcelonismo celebra el gol de Malcom, que fue de menos a más y que necesitó -y consiguió- creer más en él. Un jugador al que los medios dedicaremos nuestro tiempo, tanto como lo merece Arthur. El brasileño es un puntal en este equipo y tan seguro en el pase y en la recuperación de balón como sus compañeros de la defensa.

Pero me van ustedes a permitir que esta noche de 1-1, con todo abierto, mis humildes 2.000 caracteres los dedique a la defensa catalano-francesa. ‘Pum, pum, quién es? Cierra la muralla”, cantaban Ana Belén y Víctor Manuel. Como Pink Floid a su ‘The Wall’. Imperial Piqué. Solvente Lenglet. Ladrillos que protegen las embestidas. Gerard lo está jugando todo. Un veterano al que no afecta en rendimiento su intensa vida más allá del Barça. Valverde no imagina su existencia sin él. Lógico. Lenglet, por su parte, es uno de los fichajes más rentables del FC Barcelona. Un tándem que combina veteranía, solidez y modestia. Y Messi lo sabe. Igual que es consciente que Coutinho necesita mucho más que su solidaridad y cariño y que Busquets y Rakitic están cansados. Quedan 90 minutos de Copa y muchos más de Liga y Champions. Hay que resistir. Cierra la muralla.