La gran motivación de esta Copa del Rey

Gol Barça

Gol Barça

Jordi Cruyff

Jordi Cruyff

El Barça se rearmó a todos los niveles con su excelente actuación en la final de la Copa del Rey, especialmente en el segundo tiempo cuando fue un auténtico vendaval ante el Athletic.

El Barça fue un auténtico vendaval, especialmente en la segunda parte. Obtuvo un resultado contundente y, sobre todo, un boom de confianza de cara a lo que se avecina. Ganar por 4-0 contra un rival que no hace mucho le ganó la Supercopa de España y del que suele extraer marcadores ajustados supone todo un chute de energía. Fue una victoria merecida después de una temporada sufrida. La explosión de alegría de los jugadores y el staff era natural después de dos años sin ver un título. Ahora toca cambiar el chip, no tranquilizarse e ir a por todas en La Liga. 

Después de una racha inimaginable meses atrás y que situó al Barça con el control de La Liga contra todo pronóstico, perder el clásico generó un cierto exceso de alarmismo. Me pregunto si en la semana previa a una final de la Copa del Rey era tan importante plantear dudas sobre la continuidad de Ronald Koeman en el famoso entorno mediático. La gran ventaja para el técnico culé es que conoce bien el club y sus circunstancias, sabe lo que la casa gasta por su experiencia previa como jugador, y eso le aporta inmunidad ante el ruido exterior, como ha ocurrido con antecesores suyos que también eran conocedores de la entidad culé. Hablamos de un clásico que se podía haber empatado perfectamente, que tampoco dejó sensación de un Barça muy por debajo de la exigencia competitiva, más bien todo lo contrario. Y, sin embargo, un tema recurrente acabó siendo el futuro del entrenador. 

Sin duda, las imágenes que más emocionaron al aficionado culé fueron las celebraciones de los jugadores alzando su primer trofeo en dos años. Y la sonrisa de Leo Messi, que dio tantas esperanzas al barcelonista ahora que está en vilo su futuro. Si algo demostró esta final es que el Barcelona tiene futuro, con futbolistas prometedores que van a marcar una época. Y también es importante que si Messi, a sus 33 años, piensa en lo más inmediato, haya podido comprobar que este equipo no solo tiene jóvenes talentos, también tiene un presente. Esta Copa del Rey lo ha certificado.

Y ese presente pasa también por pelear lo que queda de liga. Ya no se trata de una cuestión de depender de lo que hagan los rivales, hay que ir a muerte, porque habrá salidas complicadas, un duelo pendiente con el Atlético de Madrid y muchas batallas que se decidirán por pequeños detalles. Cada partido que falta será una final que desde ahora contará con el plus de motivación de haber ganado la Copa del Rey. Algo que debe ser determinante para sacar fuerza y confianza y evitar la relajación. Porque este trofeo puede servir de gasolina para llegar hasta el final en una rampa que tendrá obstáculos, pero también muchos alicientes para un grupo de jugadores que ha sabido reconducir un año duro a base de esfuerzo y unión. Y que ahora tienen a su alcance la posibilidad de hacer historia.