El gran legado de Michael Robinson

El gran legado de Michael Robinson

El gran legado de Michael Robinson / sport

Bojan Krkic

Bojan Krkic

Nunca olvidaré esos domingos. Yo era un niño que llegaba a casa cansado, después de estar jugando a fútbol toda la tarde con los amigos en la plaza del pueblo.  Te duchabas mientras sonaba de fondo aquella música creada por Jerry Goldsmith para la película ‘Desafío total’. Esa sintonía te conectaba directamete con un partidazo de fútbol, normalmente el mejor de la semana, retransmitido por Canal Plus. Sentarse en el sofá y escuchar las voces de Carlos Martínez y Michael Robinson era uno de los grandes placeres de la semana, no existía mejor forma de acabarla que aquel ritual futbolístico.

Me encantaba su forma de narrar los partidos, de ver el fútbol y de crear un relato propio que enriquecía lo que estabas viendo. Robinson era de esas personas a las que escuchas cuando habla, de las que es imposible desconectar. Tu cabeza solo está pendiente de lo próximo que dirá, estuvieras de acuerdo o no. Michael era un apasionado del fútbol, pero lo era desde una posición ajena a la polémica, sin colores, exhibiendo honestidad y amor incondicional por la esencia de la competición.

Robinson, campeón de Europa con el Liverpool, no es solo una leyenda del fútbol, sino que también lo es de la comunicación. Una persona que ha sabido honrar el balón y que, tras colgar las botas, lo ha seguido haciendo detrás de un micrófono. Logró ser un referente futbolístico para, más tarde, serlo a nivel comunicativo.

Y, sin embargo, estoy convencido de que eso no es lo más importante que hizo en su vida. Lo trascendente, su gran legado, no es otro que su sonrisa. La sonrisa del fútbol. Sí, es imposible recordar a Michael con otra imagen que no sea sonriendo. Esa bondad intrínseca, natural y expansiva, es la que le hizo grande porque, más allá de los méritos que cada uno pueda celebrar durante su vida a nivel profesional, queda la persona. Esa es la razón por la que Michael Robinson ha llegado a todas las casas y en todas ellas se ha llorado su pérdida. Ni siquiera esa voz tan particular, tan especial,supera a la persona. Recuerdo que mi madre fue a recoger en mi nombre el premio a la mejor promesa en 2007 en la ‘Gala AS del Deporte’ y le conoció. Cuando regresó, nos transmitió su amabilidad, su pasión... En definitiva, su carisma. Yo ya era un fiel seguidor suyo, pero, desde entonces, aún lo fui más. Entendí, lo he seguido haciendo, que todo lo que generamos los futbolistas no sería nada sin la comunicación y sin el público. Sin toda esa gente, como Michael, que convierte el deporte en algo más cercano, no seríamos nada. Y no hay nada que transmita más que una sonrisa. Ese es su gran legado.

SIN DEPORTE, PERO EN CONTACTO DIRECTO

Estos días estamos todos huérfanos de fútbol. Es obvio que lo que a la gente le gusta ver de nosotros, de quienes nos dedicamos profesionalmente al deporte, es lo que  hacemos sobre el césped o sobre un parquet y, sin embargo, en mi caso particular y creo que en el de muchas otras personas, seguimos sintiendo el aliento de los aficionados a diario. Y es así gracias a los muchos directos que realizamos a través de las redes sociales, que nos permiten acercarnos un poco a nuestros seguidores.

Es una relación bidireccional porque no solo abrimos las ventanas de nuestros hogares, sino que dejamos que entren los comentarios de muchísima gente y, sobre todo, su cariño. Un ejemplo fue el directo de ayer en SPORT, vía Instagram, pero lo son también los que hago con mi amigo Ibai Gómez, o los que he podido seguir de Rafa Nadal o Roger Federer. No es una situación nada fácil para nadie, pero, gracias a la tecnología, y ya que no podemos disfrutar de un partido de tenis entre los más grandes, por lo menos podemos escucharles reflexionar sobre temas que normalmente quedan en la sombra. Me sorprendió, por ejemplo, cómo hablaba Nadal de una grave lesión que sufrió. En fin, hasta que no podamos jugar, ¡sois todos bienvenidos!