La Última

Gracias, gigantes, pero...

Emilio Pérez de Rozas

No seré yo, campeones, quienes os amargue la cita. Bueno, en realidad, dado vuestro tamaño, corporal, personal, anímico y deportivo, dado vuestro inmenso y prestigioso palmarés, dada la fama, popularidad y simpatía que os precede, nadie puede toseros. En realidad eso es lo que ha ocurrido. Algunos osamos toseros y nos habéis dado en la cresta con vuestras amenazas.

Pero, que lo sepáis, no dudamos de vosotros, no, simplemente dijimos que, tras llenaros la boca de imposibles, de que jamás lo haríais, lo hicisteis. O esa sensación tuvimos muchos, la de que os dejasteis ganar frente a Brasil, fallando al espíritu olímpico que tan inmensos os ha hecho, para llegar donde queríais llegar, a la final de los JJOO y ahí, asegurada la plata, enfrentaros a la auténtica NBA.

Pero que sepáis una cosa. Por inmensos que seáis, que lo sois, por más gigantes que os presentéis, también podéis y debéis ser objeto de críticas. Porque vosotros, más que nadie, sabéis (y así lo habéis reconocido) que no estáis jugando como sabéis, como podéis y como lo habéis hecho durante estos años. Nadie ha dudado de vosotros. Decir eso, hablar de vuestras debilidades y, especialmente, de vuestros horrorosos últimos cuartos no significa, amigos, dudar de vosotros. Significa reconocer la realidad, decir, escribir y hablar sobre la verdad. Si eso os duele, que mala suerte. Pero, si vosotros mismos habláis de esos problemas, de esas dudas, sois muy injustos con los críticos que las comentan. Mucho.

Así que, lo siento, pero no sé a qué viene ese “lo conseguimos aunque algunos no creyeran en nosotros” del extraordinario Navarro o ese “ahora, el que quiera subirse al carro que se vuelva a subir, le dejamos” del no menos magnífico Calderón. Esas palabritas, campeones, sobraban y son indignas de vuestras espectaculares trayectorias. Porque nadie dudó de vosotros, simplemente se os recordó que no estabais jugando a vuestro nivel (insisto, cosa que vosotros mismos admitíais) y que se os vio ceder queriendo en el último cuarto ante Brasil (16-31).

Si eso os dolió, lo siento. O no. La crítica que os adora, que os ha convertido en su referencia, que considera a Pau Gasol&Cia, en ausencia de Rafa Nadal, claro, el icono de esa delegación, los abanderados del deporte español, os admira, os da las gracias por todos estos momentos de gloria y os recuerda que está aquí para eso, para deciros algunas cosas que vosotros no queréis ni leer ni oír pero que, si son ciertas, os tendréis que comer con patatas.

Es más, hasta puede que dentro de ocho años, entre risas de padrazos y abueletes, reconozcáis que fuisteis lo suficientemente hábiles como para dejar ganar a Brasil. Ojalá no lo contéis nunca, pero a alguno de vosotros se le escapará, ya veréis.