La gloria de la Copa Davis

Copa Davis

Copa Davis / sport

Alex Corretja

Alex Corretja

El sábado pasado os expliqué nuestro camino hasta la final de aquella Copa Davis, hoy toca lo que sentimos desde dentro y la euforia final levantando la Copa ante nuestro público.

Y después de varios meses de espera, la final se iba a disputar en el Palau Sant Jordi de Barcelona en el mes de diciembre. Yo era el número uno del equipo y en las eliminatorias anteriores había jugado individual y dobles desde el primer día. Pero la final nos tenía deparada otra estrategia. Los capitanes creyeron oportuno que Ferrero Costa debutarán el primer día, y a mí reservarme para el dobles con el gran Joan Balcells y esperar al desenlace de la primera jornada para saber que individual jugar el domingo. Volviendo de Lisboa el sábado en el avión donde acababa de disputar el Masters y precisamente derrotando al australiano Hewitt el día anterior, mi entrenador y capitán del equipo Javier Duarte, me dijo: te quiero decir algo para que mañana cuando os digamos quien juega el viernes no te pille por sorpresa (normalmente nos lo decían el domingo anterior en la habitación del hotel) ¡Tú no vas a jugar el primer día! Costa jugará contra Hewitt, y Ferrero contra Rafter, pensamos que tenéis las mismas posibilidades de ganar a Rafter los dos, pero así te mantendremos fresco para el dobles que a priori es muy difícil de ganar, aunque confiamos plenamente en vuestras opciones. De esta forma el domingo jugarías el punto decisivo en caso de ir dos a dos, o el primer punto si es uno a dos para los australianos. 

No puedo negar que fue bastante chocante para mí, sentía que me tocaba un papel muy incómodo de aceptar, pero en seguida entendí y compartí la decisión del G4. Al darnos el equipo conjuntamente el domingo por la noche, mis compañeros se quedaron sorprendidos por la táctica creada, pero yo les ‘tranquilicé’ diciéndoles que estaba todo hablado y que apoyaba plenamente esa decisión. A partir de ese preciso instante todos sabíamos cual era nuestro rol el siguiente finde. El equipo estaba por encima de cualquier individualidad, y las aproximadamente veinte personas que conformaban ese conjunto sentimos que unidos íbamos a ser casi imbatibles. La semana de entrenos fue muy intensa, el martes por la tarde reventé una raqueta en una práctica y al acabar los capitanes me reunieron para animarme porque entendían mi decepción, pero me pidieron que no lo hiciera más para no transmitir desconfianza a mis compañeros. No volvió a suceder.

Llegamos a viernes y el Palau se vistió de gala, éramos una piña, la conexión público y equipo era total. Acabamos uno a uno el primer día. Costa perdió frente a Hewitt Ferrero ganó a Rafter. El sábado nos tocaba saltar a Joan y a mí y en uno de los mejores partidos de nuestras vidas conseguimos ganar por un triple 6/4 a la pareja australiana. El domingo, ‘Juanki’, consiguió jugar como un veterano, gestionar las emociones como un auténtico número uno y vencer a Hewitt en cuatro sets. España había ganado por tres a uno a Australia y conseguía la primera Copa Davis de su historia (mi recuerdo también para Pato Clavet que jugó la primera serie frente a Italia). Desde ese momento sentí que algo cambió en nuestras vidas para siempre. 

Y lo puedo reafirmar mientras escribo estas líneas con los ojos llenos de lágrimas recordando la emoción que sentimos con aquella victoria. GRACIAS A TODOS. 

UN RECONOCIMIENTO INOLVIDABLE

Las últimas semanas han sido muy especiales a todos los niveles, pero sobre todo por las múltiples entrevistas que hemos atendido todo el equipo en tantos medios de comunicación. Para nosotros ha sido una gran sorpresa ver tanto reconocimiento y sinceramente nos ha llegado al corazón ver que aquel logro sigue manteniendo su importancia hoy en día. Las emociones han estado a flor de piel y ver que 20 años después la gente todavía se acuerda de nosotros es algo que nos llena de orgullo. Ha sido como un nuevo baño de masas inesperado que agradecemos profundamente

ADIÓS A OTRO MITO COMO PAOLO ROSSI

Me quedé de piedra al conocer la muerte de Paolo Rossi porque sin ser italiano se convirtió en un ídolo para mí pese a mi corta edad. Me encandiló cuando ganó el Mundial de España 82. Recuerdo vivir en directo el Italia-Brasil en el antiguo campo de Sarrià. Vi como Rossi y compañía ganaban a la favorita Brasil de Zico, etc. Solo tenía ocho años y ver a aquel jugador marcando tres goles a toda una potencia como la selección brasileña, se me quedó grabado para siempre.