Opinión
Gladiadores y futbolistas
Gestionar el éxito, a veces, cuesta más que gestionar el fracaso

Gavi y Lamine Yamal, que festeja el gol como lo suele hacer Fermín junto a Lamine Yamal, que anotó el 2-1 del Barça al Villarreal en Montjuïc. / Jordi Cotrina
Soy muy aficionado al fútbol y me gusta ver películas de la época romana, como Ben-Hur, Gladiator o Spartacus. Me encanta visitar anfiteatros como el Coliseo de Roma, el de Verona, el de Arlés (Francia) o el de Pula (Croacia). He llegado a la conclusión de que, en la actualidad, los estadios de fútbol han sustituido a aquellos coliseos, y los futbolistas han tomado el lugar de los gladiadores. El objetivo de los gladiadores era sobrevivir en la arena y, si era posible, ganar fama, respeto y libertad. ¡Algunos llegaban a ser auténticos ídolos populares, seguidos por el pueblo, igual que hoy lo son los futbolistas! Con la evolución de la humanidad, la gente en las gradas disfruta de otro tipo de combate: el deportivo. La lucha ya no es por la vida o la muerte, sino por la victoria, a través de la técnica, la estrategia y el talento. El objetivo, ahora, es marcar más goles que el rival.

El Coliseo de Roma, al atardecer / SPORT
Los juegos gladiatorios servían al Imperio Romano como entretenimiento para el pueblo, exactamente igual que el fútbol lo hace hoy. Además, los gladiadores representaban el poder de Roma; del mismo modo, el Barça proyecta al mundo la capacidad y el poder de Catalunya. Los emperadores demostraban generosidad y autoridad ofreciendo espectáculos al pueblo, y hoy, en los partidos importantes, siempre vemos a políticos y autoridades presentes en el palco. En la antigua Roma, era fundamental mantener la paz social mediante grandes eventos públicos, siendo los combates de gladiadores el principal espectáculo. En nuestra época, los futbolistas cumplen una función similar: entretener y unir a las masas. Y el mejor espectáculo, el que arrastra a la mayoría, sigue siendo el partido de fútbol.
Espartaco, Flamma, Priscus o Verus eran entonces lo que hoy son Lamine Yamal, Pedri, Gavi o Mbappé. Todo ha cambiado… excepto la exigencia del público en las gradas. A los gladiadores se les pedía luchar hasta la muerte; a los futbolistas, luchar al máximo, jugar siempre bien, en todos los partidos, sin excusas. Pero en la realidad, eso no siempre es posible.
Es cierto que los futbolistas profesionales están muy bien remunerados, disfrutan de un alto nivel de vida, pueden permitirse muchos caprichos y vivir en zonas privilegiadas, con casas y coches de lujo. Sin embargo, también pierden su privacidad desde el momento en que debutan con el primer equipo. Ser futbolista de élite exige sacrificio y renuncia: descansar mucho, mantener una alimentación controlada, no disponer de fines de semana libres y soportar una fuerte presión, tanto deportiva como mediática.

Vinicius y Mbappé, durante el Atlético-Real Madrid. / AP
Hoy en día, un jugador llega a la Ciutat Esportiva a las 8:30 de la mañana para entrenar y sale sobre las 14:00 o 14:30 horas. Por la tarde, dedica tiempo a la recuperación con su fisioterapeuta, masajista o preparador físico. En la práctica, está ocupado todo el día.
A todo esto hay que sumar la presión del club por alcanzar los objetivos a corto y largo plazo, y la necesidad de gestionar las opiniones —muchas veces duras— de los medios y de los aficionados. No es fácil. Las críticas negativas afectan, pero también lo hace el exceso de elogios. Ser alabado a diario en la prensa, en la televisión o en la calle no es sencillo de asumir, ni fácil de llevar con naturalidad en la vida privada y familiar.
Gestionar el éxito, a veces, cuesta más que gestionar el fracaso
Perder la privacidad, estar expuesto constantemente a la opinión pública y mediática, vivir con la exigencia de rendir siempre al máximo, ganar cada partido y tener muy pocos días libres durante una temporada que empieza a mediados de julio y termina a finales de mayo, es algo tremendamente complicado. A ello hay que añadir los compromisos internacionales con las selecciones nacionales, que implican aún más partidos y muchos viajes. Es un tema que habría que replantear con seriedad.

Aspecto del estado del Spotify Camp Nou / EFE
Con todo esto no pretendo justificar ni disculpar a los futbolistas cuando no rinden bien, pero sí recordar que se les exige siempre el máximo. Debemos tener en cuenta que, al fin y al cabo, son personas como cualquiera, con sus problemas laborales y personales, que pueden afectar a su rendimiento en el campo. Por eso, todos los clubes han incorporado psicólogos deportivos para ayudar a los jugadores en su día a día, y muchos futbolistas cuentan también con sus propios asesores o coaches fuera del club.
En los últimos 20 días, los jugadores del Barça han disputado siete partidos —entre Liga, Champions y compromisos con sus selecciones—, incluyendo viajes intercontinentales. El cansancio ha hecho mella, y se ha notado en los últimos encuentros, donde la falta de frescura ha impedido desplegar el juego al que estamos acostumbrados.
Clubs y selecciones
En el partido Barça–PSG, los tres mejores jugadores fueron Hakimi, Nuno Mendes y Vitinha. Además de su calidad, los dos primeros no habían jugado el partido previo de su liga, mientras que Vitinha solo disputó la primera parte contra un rival muy inferior, el Auxerre. Llegaron frescos y con energía. El Barça, en cambio, no puede permitir descansar a sus mejores jugadores, y además sufre numerosas lesiones en futbolistas importantes.
Ahora llega el parón de selecciones, y casi todos los jugadores del Barça han sido convocados por sus equipos nacionales, tanto absolutos como inferiores. En una sola semana jugarán dos partidos clasificatorios para el próximo Mundial, y varios de ellos regresarán solo dos o tres días antes del siguiente partido de Liga, concretamente contra el Girona.
Si queremos disfrutar de buen fútbol, debemos replantear el calendario de competiciones y selecciones, y establecer una regulación que limite la carga de minutos y partidos, dosificando a los jugadores más exigidos. De lo contrario, seguiremos viendo cada vez más lesiones graves y de larga duración, que aumentan porcentualmente cada año. El fútbol es espectáculo. Nos emociona, nos da alegrías. Pero si queremos mejorarlo, debemos cuidar y proteger a nuestros gladiadores de la era moderna.
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