Generar sueños y/o cumplirlos

Guardiola camina con gesto serio tras la eliminación europea

Guardiola camina con gesto serio tras la eliminación europea / EFE

E. Pérez de Rozas

E. Pérez de Rozas

Hace algunos años, muchos observadores y críticos futbolísticos, no tanto los aficionados, los socios, las hinchadas, pero sí los que viven y trabajan alrededor del fútbol, les dio por acuñar una frase que, en pleno 2019 y tras comprobar la imagen ofrecida por tres de los cuatro semifinalistas de la Champions, da mucho que pensar.

Corrían, ustedes lo recuerdan perfectamente porque son tan enfermos como yo (como todos, como el mundo mundial) del fútbol precioso, preciosista y preciso que practicaba el Barça de Pep Guardiola, que dejaba, continuamente, boquiabiertos a los espectadores tanto por sus victorias como por su forma de ganar.

Fue, insisto, cuando se acuñó la frase “¡cuánto daño está haciendo Guardiola al fútbol!” La razón, entre bromas, risas y comentarios sarcásticos, era que la eficaz, cruyffista y culé manera de jugar a fútbol de aquel Barça excelso estaba contagiando a entrenadores, técnicos, directores deportivos y hasta a los futbolistas de su manera de jugar.

El problema para los que esgrimían esa sentencia, graciosa y curiosa, jamás malintencionada, era que muchos, demasiados, equipos y entrenadores que habían decidido implantar esa brillante, arriesgada, llamativa y vistosa manera de jugar, no siempre contaban con los futbolitas, estrellas y respaldo humano y técnico para lograr idénticos resultados.

Y, claro, cuando a menudo veías jugar a determinados equipos, modesto o no tan modesto, bajo la inspiración del que todo el mundo considera, con razón, el alumno más aventajado del mítico y profético Johan Cruyff (Guardiola es el cruyffismo 2.0), te asustabas al darte cuenta de que, no solo para aplicar ese difícil sistema de juego sino para poder sobrevivir en un campo de fútbol, tienes que tener los peones adecuados para poder practicar ese sistema alegre y arriesgado.

Ustedes que me leen (gracias mil) cada sábado y algunos que otros lunes (¡ojalá cada lunes!) saben que les he hablado muchas veces de ese vídeo que han visto, seguro, y que data del 4 de abril del 2010, cuando Leo Messi le metió cuatro goles, todo un póker, al Arsenal, en el Camp Nou, en partido de vuelta de Champions. Ese día, recuerdo, Pep Guardiola había invitado a su amigo del alma Roberto Baggio, todo un mito en Italia, al ‘estadi’. Y ese día (de eso trata ese vídeo), Guardiola le dijo a Baggio con un discurso magistral, recursos y una tremenda expresividad (¡el vídeo es un canto a la pasión que Pep siente por el fútbol!) que él (y su equipo, el Barça) ganaban porque tenían a Messi.

Y es ahí, sí, donde, a menudo, se rompen muchas de los fórmulas mágicas que vemos y admiramos del fútbol. No es que ganes porque tengas a Messi. No es que ganes porque tengas a Cristiano Ronaldo. No es que ganes porque tengas a LeBron James. Ganas porque eres muy, muy, bueno y juegas muy, muy, bien a fútbol o básket. Pero, si tienes a Messi, a CR7 y/o a LeBron James, tienes muchas más posibilidades de ganar.

Ya no se usa aquella frase tan chispeante, tan graciosa, tan recurrente, que, cuando la oías en el corro de amigos, además de sonreír y pensar que tu colega era muy original, te hacía reflexionar, es que se ha cumplido la profecía de que si copias a los buenos, si aprendes de los buenos, acabas disfrutando y deleitando, en este caso, a tu afición.

No entraré, pues es muy debatible y, además, demasiado oportunista, a cuestionar esa frase que pronunció Guardiola antes de enfrentarse al Tottenham en el partido de vuelta de cuartos de final de la Champions (“no me ficharon para ganar la Champions”), pues me gustaría conocer, no la opinión de Ferran Soriano y/o Txiki Begiristain (no hablo ya del gurú Manel Estiarte, que tal vez fue quien la ideó), que están a favor de su amigo, sino la del jeque Mansour bin Zayed Al Nahyah, que lleva gastados 1.660 millones de euros para convertir a su equipo en dueño de Europa y el mundo, en dura competencia con el PSG de Catar.

No entraré, insisto, en esa cuestión por más que el Bayern de Guardiola se gastase 204 millones de euros para ganar la Champions (la Bundesliga, la ganaba con una mano y hasta el triplete) y el MCity, 608 millones desde que llegó Guardiola. Lo que sí quiero remarcar en este texto es que si las semifinales de la Champions cuentan con tres vistosos semifinalistas y un relampaguante Liverpool es porque Guardiola, su idea (la de Cruyff mejorada), su arrojo, su atrevimiento, su manera de entender (y hacer entender) el fútbol, sus ganas de gustar, de provocar placer en su afición, ha contagiado a mucha gente. 

Eso sí, estoy totalmente de acuerdo con la frase que me dijo, el mismo miércoles por la noche, cuando Guardiola fue, de nuevo, eliminado de la Champions, uno de sus mejores amigos (y no con sorna): “Le ficharon para generar sueños…no para cumplirlos”.