Gavi solo tiene la culpa de ser del Barça

Gavi, ante el Madrid

Gavi, ante el Madrid / EFE

Ivan San Antonio

Ivan San Antonio

Han pasado de reírse de él a no soportarle. La historia arranca cuando Luis Enrique le llama por primera vez para la selección y, como quien le llamó fue el enemigo público número uno del madridismo, nada mejor que usar a un niñato imberbe salido del juvenil del Barça para atizarle. Nadie se molestó a saber quién era Gavi.

Solo importaba su DNI (algo común en según qué lares), no cómo jugaba, por qué con solo 17 años y 62 días debutaba con la absoluta ni qué le había visto Koeman para convertirle en futbolista de la primera plantilla. La ignorancia no es un pecado, pero es sonrojantemente ridículo vanagloriarse de ella.

Ahora que Luis Enrique no está y que Gavi ha demostrado ser un futbolista que marcará una época en el Barça, le siguen dando. La actitud ha cambiado y las risas son ahora una mueca desagradable dibujada en sus rostros y cuya traducción se reduce a un “¡qué bueno es!”. Y eso ya no mola. No mola nada. Vieron crecer a Xavi, vieron crecer a Iniesta, vieron crecer a Busquets, vieron crecer a Puyol, vieron crecer a Valdés... Los vieron crecer a todos y el presente de Gavi les retrotrae a sus peores pesadillas. Vestidas de blaugrana, pero también con la camiseta de la selección española, esa que lo ganó todo. España solo ha sido respetada cuando el Barça ha mandado. Y eso es algo que duele porque, para muchos, España solo es Madrid. Y poco más.

Gavi y Balde, a su llegada a Las Rozas

Gavi y Balde, a su llegada a Las Rozas / Pablo García / RFEF

Luis de la Fuente, que lleva muchos años en la RFEF, parece un ‘rookie’ enfundado en el traje de la absoluta. Se equivoca cuando busca contentar al entorno mediático que le rodea, pero, sobre todo, comete un grave error cuando, lejos de defender a su futbolista, le amonesta públicamente. A pocos kilómetros, Javier Tebas sigue haciendo lo imposible para que Gavi no siga en el Barça. Que LaLiga vaya a los tribunales para que uno de sus clubs no pueda inscribir a uno de sus mejores futbolistas es un insulto al sentido común y, sobre todo, a la propia competición. Pero el jefe de la patronal y el seleccionador no están solos.

Tienen a una horda de plumillas afeando al blaugrana para seguir ‘rascando’ de Ceballos o de cualquiera que vista la camiseta del Real Madrid y sea susceptible de vestir la española. Han malcriado a Vinicius, pero no aceptan de Gavi ni una gota en la taza del váter. Son las dos varas de medir eternas surgidas del centro del mundo mundial, ese Santiago Bernabéu del que brota la prensa que combina la información relacionada con los blancos con la de la absoluta española. Son los mismos y no debe ser fácil cambiarte la careta según juegue un equipo u otro.