Ganar la Champions sin merecerla

El Barça buscará formar una nueva piña para celebrar el gol 100 de esta temporada en partido oficial. Esta a solo uno del centenar

El Barça buscará formar una nueva piña para celebrar el gol 100 de esta temporada en partido oficial. Esta a solo uno del centenar / EFE

Ernest Folch

Ernest Folch

El Barça sobrevive ahora mismo gracias al recurso más viejo de la táctica militar: una tregua inteligente que permite ganar tiempo a todas las partes. Bartomeu, los jugadores y el cuerpo técnico, todos muy alejados entre sí, han sido capaces de poner los intereses del colectivo por encima de los suyos propios, y han desactivado, al menos provisionalmente, el peligroso explosivo que estaba a punto de hacer saltar por los aires la convivencia interna tras el hundimiento en la Liga, las declaraciones de Messi, y los titubeos públicos de Setién. Es cierto: se trata de una tregua puramente táctica, pensada para un máximo de 4 partidos, los que quedan si el Barça es capaz de llegar a la final de la Champions pero las tres facciones (dirigentes, futbolistas y entrenador) han sido suficientemente listos para entender que una guerra ahora podría provocar la destrucción de todos ellos.

La situación límite que vive el Barça tiene un cierto parecido a la que vivió el Real Madrid en la temporada 97-98, cuando descolgado de la Liga (terminó tercero, a 11 puntos del Barça) y eliminado por el Alavés en la Copa, el conjunto de Jupp Heynckes afrontó la recta final de la Champions con una evidente descomposición interna, con una crisis de juego y resultados y con media plantilla a la puerta de salida. El club blanco, presidido entonces por Lorenzo Sanz, supo salvar sus grandes convulsiones internas fiándolo todo a la máxima competición europea, y la jugada le salió redonda: ganó la primera Copa de Europa después de 32 años y aplazó ‘in extremis’ un Apocalipsis que parecía inminente. El Barça se parece a aquel Madrid porque el entorno culé discute hoy a los jugadores, al técnico y a la directiva, y los responsabiliza, en mayor o menor medida, del descalabro en LaLiga y de las pésimas sensaciones que transmite su juego.

Como aquel Madrid, el Barça lo se lo juega hoy todo a la Champions. Sin embargo, y llegados a este punto, hay una diferencia esencial entre los dos clubes. Aquel Real Madrid, como los que vinieron después y como el actual, demostró y ha demostrado siempre que no necesita jugar bien para ganar: la Séptima, y muchas otras que han venido después, no fueron producto muchas veces de ningún plan futbolístico bien pensado sino de una admirable fe en sí mismo y de su capacidad para agarrase a un infalible ADN ganador. El Barça, por contra, ha necesitado siempre tener una idea futbolística y aplicarla a la perfección para poder ganar. Desde que llegó Cruyff no se sabe de ningún gran título conseguido por el Barça que no haya provocado la admiración general. El Barça actual puede todavía ganar la Champions, pero lo que ya sabemos seguro es que su nivel de juego no va a ser superior al de los demás. Dicho de otra manera: el Barça de Setién puede ganar la Champions, por primera vez en su historia, sin merecerla. Atención, porque siempre hay una primera vez para todo.