Opinión
Gana la ilusión contra el ilusionismo

Hansi Flick durante el Barça-Valencia de LaLiga 2025/26 / DANI BARBEITO
Yo vi jugar el Barça en el Johan Cruyff: esto es lo que dirán a sus nietos algunos de los asistentes al inédito partido contra el Valencia, una de estas fechas que quedan en la memoria, porque sirven para explicar la zona de nadie en la que transita ahora mismo el Barça, a medio camino entre aquel Camp Nou que se le caía a trozos y el nuevo y esperadísimo nuevo hogar que no termina nunca de llegar, ni siquiera en su versión provisional.
Si el Barça jugó ayer en un campo precioso pero minúsculo, impropio del fútbol de élite, fue solamente porque el club, una vez más, no ha llegado a tiempo de alinear sus ilusiones con la realidad.
El socio, paciente hasta el límite del masoquismo, ha entendido todas las incomodidades, retrasos y accidentes múltiples de una obra faraónica, pero lo que quizás ya es más difícil que se trague son las promesas lanzadas al aire sin ton ni son, que han terminado por descartar imprudentemente el mal menor del Estadi Olímpic.
Sin espejismos ni autoengaños
Mientras el club sigue instalado en este realismo mágico, tiene la suerte de que el tipo que tiene el banquillo no está dispuesto a dejarse llevar por ningún espejismo y mucho menos por ningún autoengaño.
Una vez más, ayer aisló al equipo de todo el ruido de los últimos días y, a pesar de no contar con Lamine, el Barça atropelló sin piedad al Valencia y dejó atrás las dudas que había dejado el preocupante empate contra el Rayo.
Si regresó el Barça fresco, dinámico y alegre de la temporada pasada, fue ante todo porque el entrenador no solo ha subido el tono en las ruedas de prensa (“Los egos matan el éxito”) sino porque además ha sabido trasladar al césped sus advertencias.
Flick, duro pero consecuente
Duro ante los micrófonos, consecuente en el campo. Ayer no se anduvo con chiquitas, y sacudió el árbol del vestuario con unos cuantos meneos nada menores: mantuvo a Ferran en detrimento de Lewandowski como delantero centro, sentó a Raphinha por llegar tarde, demostrando que sus reglas internas son las mismas para todos, y puso a Fermín por delante de Olmo tras su flojo partido ante el Rayo. Todo aderezado con la presencia de Rashford y del joven debutante Bardghji.
La apuesta era de alto riesgo, pero no le pudo salir mejor: Fermín hizo un partido portentoso (confirmando además que su insistencia en que no fuera traspasado era justificada) y Ferran demostró por qué hoy es el ‘9’ titular por delante de una leyenda.
Lewy y Rapha dan la razón a Hansi
Y para demostrar que sus advertencias solo tienen la finalidad de mejorar el rendimiento, terminó haciendo entrar a los tres damnificados: Lewandowski y Raphinha hasta se apuntaron un doblete, y le dieron así la razón a su entrenador.
Jueguen en el Johan Cruyff, en el Camp Nou o en la Capilla Sixtina, al técnico blaugrana no le tiembla el pulso. Ayer Flick homenajeó al mejor Cruyff en el feudo que lleva su nombre: tras su última rajada, revolucionó el once para demostrar a todos que el colectivo siempre estará por delante de cualquier jerarquía.
Mientras el club practica el ilusionismo con el regreso al Camp Nou, Hansi Flick sigue abonado a la ilusión. Que, por cierto, es lo único que importa de verdad en el fútbol y en el Barça.
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