Gallos y grillos

El Barça pide a Neymar que regrese a París (ES)

El Barça pide a Neymar que regrese a París

Carme Barceló

Carme Barceló

Canta Rosalía en su último tema en catalán que ella ha nacido para ser millonaria. No me escondo si les digo que he escuchado en bucle la canción de la cantante de Sant Esteve de Sesrovires y me vienen a la cabeza varios (muchos) nombres relacionados con el balompié. Más allá de los jugadores -de momento, a ellas no se les ha subido el balón a la cabeza-, en el mundo del fútbol hablamos de millones como de pipas. Ni sabemos las que caben en una bolsa, ni de donde proceden, el formato XL mola más y no  leemos la letra pequeña. Las consumimos con fruición y mirando a otro lado.

Me van a disculpar esta entrada un pelín poligonera. Pero tengo la sensación de que se está saliendo todo de madre. Llámenme romántica, pero a mí todavía me rechinan los oídos cuando se habla de cantidades ingentes de dinero con tanta frivolidad y cuando muchas entidades ya se ven obligadas a hincar la rodilla ante un nuevo sistema que queda muy lejos de proyectos de club, estilos y mucha renuncia a los éxitos para preservar el ADN.

Jordi Mestre, vicepresidente del Barça, dimitió ayer de forma irrevocable en pleno ‘mercato’. Ni hoy saldrá en la foto con De Jong ni firmará las salidas y, sobre todo, las entradas de lo que se viene. Él fue el de “se queda Neymar al 200%” y el que se va al mil por mil cuando la llegada del brasileño parece cada vez más inminente. Proyectos profesionales al margen, que los tiene, Mestre fue el avalador número 1 de Pep Segura, que tardó menos de un día a sumarse a la lista de dimisionarios. El presidente Bartomeu, que ha ido mutando en el tema Neymar, asume una vicepresidencia deportiva que tan bien conoce. Con Jordi Mestre, ya suma cuatro vicepresidentes dimitidos en tres años. Analizable a nivel interno y por la voracidad  del nuevo orden futbolístico.

Rosalía afina. Da la nota en fondo y forma. Ni un gallo. En el mundo del fútbol, demasiados. Todos conforman una olla de grillos cuyo ruido es ensordecedor y anula el que de verdad nos gusta: el de la bota dándole al balón.