Opinión

Los futbolistas no pueden subirse a las barbas de Flick

Flick celebró la victoria con Raphinha

Flick celebró la victoria con Raphinha / Agencias

El Barça transita ahora mismo por una cornisa tan excitante como peligrosa. Es la cornisa de los elegidos, donde solo están los que optan a la gloria. El equipo blaugrana es un conjunto solidario, luchador y ambicioso, capaz de sobrevivir en situaciones límite, como se vio en la épica remontada contra el Celta, donde nunca perdió la fe en sí mismo.

Pero es también una plantilla que llega con el depósito con muy poca gasolina al tramo decisivo de la temporada: castigados por una traca de partidos sin casi precedentes en la historia del club, Flick se ha visto obligado a rotar y dosificar los futbolistas en contra de su voluntad, para evitar que algunos colapsen a las puertas del cielo. Y, a pesar de todo este desgaste colosal, el Barça de Flick es sin duda el equipo del momento, capaz de enamorar con su juego a toda Europa y de ser competitivo en la lucha por todos los títulos.

Sin embargo, algunos futbolistas empiezan a tener problemas con la gestión del estrés y la tensión que genera un final de temporada tan exigente. Contra el Celta, varios jugadores mostraron su enfado de manera visible: Ferran Torres salió del campo muy enfadado, aunque el cambio le dio la una vez más la razón a Flick. Lamine, su sustituto, fue clave, junto con Dani Olmo, para darle la vuelta a un partido que estaba casi perdido. En el banquillo, Ansu Fati tuvo un ataque de ira dando patadas a diversos objetos cuando vio que finalmente no entraría. Y Héctor Fort rechazó ostensiblemente el abrazo de su entrenador cuando ya había terminado el partido.

Los tres se comportaron como niños mimados, de manera egoísta e insolidaria, incapaces de entender que las decisiones que toma Flick las debe pensar en función del colectivo y no del interés circunstancial de cada futbolista. Flick ha gestionado hasta hoy la plantilla de manera inmejorable y ha sido capaz de contener todos los egos, siempre en beneficio del grupo. Ahora, llegados al momento crítico de este proyecto, no puede permitir que se le suban a las barbas futbolistas que solo piensan en ellos mismos.

Exhibir en público un desaire al entrenador es un gesto intolerable que debe ser atajado con contundencia. Flick tendrá que recordarles que quien manda es él, y que además se ha ganado el crédito de todo el mundo, también de su plantilla, puesto que ha sido capaz de llevar este equipo hasta unas cotas de competitividad que hace años que no vivíamos en el Barça.

Flick ha demostrado ser un gran psicólogo equilibrador de distintas personalidades, puesto que ha conseguido que todos mejoren su rendimiento y se sientan importantes. Pero ahora debe mostrar su autoridad, que no puede ser discutida por nadie, y mucho menos en público. En detalles como este el Barça se juega poder por fin conquistar la gloria soñada.