El fútbol tiene que cambiar: topes salariales y control de traspasos

El PSG será duro por Ney

El PSG será duro por Ney / sport

J.Mª Casanovas

J.Mª Casanovas

Resulta evidente que el COVID-19 no es un virus de paso, ha venido para quedarse. Mientras no se consiga la deseada vacuna, el miedo al contagio se apodera de la gente y las cosas no volverán a ser como antes. Por mucho que veamos la luz al final del túnel del confinamiento, nos espera una desescalada larga y complicada con el agravante de que en algunos sectores la normalidad se vislumbra a largo plazo. Los eventos deportivos con público sufrirán un auténtico vía crucis, concretamente el fútbol, tal como lo hemos visto siempre, con estadios llenos y pasión en las gradas, no se contempla hasta el 2021.

Para el negocio del fútbol este contratiempo es un golpe bajo, terrible. No somos alarmistas, simplemente realistas. Los grandes clubs europeos viven momentos de angustia y preocupación. Las crisis provocan cambios y obligan a aplicar nuevas estrategias. Viene un futuro diferente donde los ingresos se reducirán de forma considerable ya que la vuelta de las competiciones, cuando se produzca, será sin espectadores. No queda otra alternativa que ajustar los viejos presupuestos a la nueva realidad con el objetivo de conseguir el equilibrio económico.

Ante las perspectivas que se avecinan hay que adelantarse a los acontecimientos, hacer una previsión de recortes allí donde mas dinero se gasta. En un club de la dimensión  del Barça el coste de la plantilla del primer equipo es, con gran diferencia, el capítulo que se lleva mas dinero del presupuesto: 660 millones, si sumamos los contratos de los jugadores con la amortización anual de los fichajes recientes. 

El presupuesto 2020-2021 se deberá afrontar con menos ingresos de taquilla, hospitality, museo, tiendas y restauración. Ya los  primeros meses de la temporada, de septiembre a diciembre, acusarán las consecuencias del coronavirus. También hay que contemplar que los abonos de los socios se podrían pasar al cobro con retraso para compensar los partidos perdidos estos últimos meses. En consecuencia, el presupuesto de ingresos puede reducirse de forma considerable.

Grandes males requieren grandes soluciones. La ECA (Asociación Europea de Clubs) tiene una oportunidad magnífica para introducir nuevas fórmulas de obligado cumplimiento. Es hora de que los clubs de fútbol imiten a la NBA e introduzcan los topes salariales en las plantillas. Fijar unas normas para que no se desmadren los contratos de los jugadores, para que los sueldos vayan en consonancia con el momento que vivimos. Los clubs deben ser solidarios y exigentes entre ellos. Son los primeros interesados en que los futbolistas no ganen mas de lo que merecen. En esta línea, hay que poner también control y freno a los traspasos, no se pueden seguir pagando cantidades indecentes que nunca son rentables. Estas son dos cuestiones vitales para la buena gobernanza de los clubs.

Con la crisis del COVID-19 llega el momento de poner sensatez, moderación y juicio en la gestión de los clubs de fútbol. Se acabó la época de vacas gordas, traspasos abusivos y contratos de oro. Comenzando por el Barça que, con la plantilla más cara del mundo, lleva cuatro años sin ganar la Champions.