El fútbol español, bajo sospecha

Villar preside la Federación Española de Fútbol desde 1988

Villar preside la Federación Española de Fútbol desde 1988 / EFE

Ernest Folch

Ernest Folch

El fútbol español se vio sacudido ayer por la detención del presidente de la Federación Española Ángel María Villar, una noticia de impacto de incalculables consecuencias. Se trata de una operación anticorrupción a gran escala, que de momento ha provocado también la detención de su hijo Gorka, del vicepresidente de la FEF Juan Padrón y de Ramón Hernández Bausou, el secretario general de la Federación tinerfeña. Al presidente se le acusa de haber organizado amistosos internacionales para beneficiar a su hijo, además de presuntos delitos de administración desleal, apropiación indebida, corrupción entre particulares y falsedad documental.

La detención deja a la Federación descabezada y la primera consecuencia es que se suspende la asamblea donde debía celebrarse el sorteo de la Liga, es decir, la competición se queda hoy sin fechas, una circunstancia tan surrealista como síntomatica de un régimen en el que su presidente lleva en el poder casi 29 años, una cifra que es más propia de repúblicas bananeras que de organismos serios y democráticos. Porque lo que presuntamente ha destapado la Guardia Civil es una red clientelar de la que se habrían beneficiado desde empleados hasta federaciones territoriales pasando por familiares.

Situaciones como las que se vivieron ayer se sabe como empiezan pero no como acaban, y estamos sin duda ante la catársis de un fútbol que lleva demasiado tiempo bajo sospecha. La denominada mejor liga del mundo necesita tener instituciones transparentes y bien organizadas, a la altura de las estrellas mundiales que gestiona. El bochorno internacional que vivió ayer el deporte rey en España solo podrá ser corregido y borrado si de esta crisis se sale con un nuevo sistema en el que no vuelva a ser posible que un presidente esté 29 años en el poder, a su antojo, y sin ningún control. Que la vergüenza de ayer sea el germen del cambio necesario.