Fútbol base, ¿niños o robots?

El talento en el fútbol base mengua

El talento en el fútbol base mengua / LaLiga

Albert Rogé

Albert Rogé

Hace cinco años que estoy siguiendo el fútbol base de España. Y cada día que pasa voy fundamentando más un pensamiento que recorre mi cabeza: cada vez hay menos talento en el fútbol base. Parece una teoría contraproducente a todo lo que está sucediendo en el mundo del fútbol actual ya que ahora hay muchos equipos que apuestan por los jóvenes. Pero no lo es. ¿Por qué los equipos se van a Brasil a buscar jugadores? Fácil. La mayoría de jóvenes como Neymar o Vinicius llegan vírgenes al fútbol profesional. Es decir, se han criado en la calle, en los parques, lejos de los campos de entrenamiento que parecen alfombras para niños pequeños. Se está perdiendo la cultura del fútbol. Del deporte en general. Los Neymar, Vincius y compañía no saben ni un cuarto de todo lo que se le enseña ahora a un jugador prebenjamín. Que si tienes que saltar a la presión, que si bloque alto o bloque bajo o todo este tipo de conceptos sacados de los cursos de entrenadores. El jugador ya no tiene libertad. Es un robot dirigido desde el banquillo. Y así, un partido de siete contra siete, se convierte en previsible. Aburrido. Falto de talento.

Para explicar mejor esta teoría hago una reflexión rápida. Seguro que muchos de los que están leyendo este artículo, cuando eran pequeños, jugaron un 18 vs 18 en un parque. Un balón y todos a por él. Sin sistemas. Sin reglas. Bueno sí, la ley del más fuerte. ¿Cuánto hace que no se escucha ya la típica frase “pásala ya chupón”? Era la magia del fútbol. Ahora ya no sucede. La mayoría de chicos cuando salen de la escuela tienen un taxi esperando fuera que les lleva a entrenar. Y no son caminos cortos. Allí meriendan, hacen los deberes y estudian. Ya no tienen tiempo para ir al parque. A jugar con sus amigos. A desinhibirse. 

Hace unas semanas, un entrenador de porteros del fútbol siete hacía la siguiente reflexión en Twitter: “Me deja alucinado ver a entrenadores que hablan de fútbol formativo como si llevasen un club de Primera División. Entrenáis a niños/as, que juegan para pasarlo bien, dejaros de colgar tonterías y centraros en formar y en que disfruten”. Amén. ¿Quién no tiene al típico amigo, con siete cursos a sus espaldas, que está entrenando al benjamín de un equipo de barrio y no para de compartir sistemas en las redes sociales? Antes no era así. Por suerte. 

Donde se hace más evidente que el nivel del fútbol base ha disminuido es en LaLiga Promises. Cada edición cuesta más encontrar jugadores diferentes, que desequilibren. Si quitas al Barça y al RCD Espanyol, pocos quieren jugar a fútbol. Solo importa ganar. Y así se está matando poco a poco el talento para robotizar a los jugadores. Por ejemplo, el otro día asistimos a una ponencia de una de las mejores canteras de España. Pues allí, contaron que a jugadores alevines les hacen contestar preguntas en el móvil al finalizar el entrenamiento. Escribir cómo se sienten, qué han aprendido, qué pueden mejorar. A niños de 12 años, sí. Ya nos parecía aburrido a muchos de los presentes, imagínense a un niño . Es respetable. Pero nos estamos cargando el fútbol base. Y aquí también tenemos culpa los medios , que endiosamos a niños con representantes que se quieren comer el mundo cuando aún deberían estar comiendo galletas.

Una vez hemos llegado a este punto, es complicado volver a los orígenes. El otro día tuve el placer de hablar con dos genios del fútbol base. Y reflexionando daban una solución. Quitar a los entrenadores universitarios, con miles de libros leídos y recuperar a la vieja guardia que hace años entrenaba. Esos que en su vida han asistido a clase. Que se guiaban por el instinto. No es una mala idea. Ahí lo dejo. Pero eso sí, no permitamos que se muera (del todo) el fútbol base.