Si yo fuera del Madrid, tendría envidia del Barça

Las brutales turbulencias del Barça han tapado que, en lo que se refiere a la renovación de la plantilla, va ya unos cuantos pasos por delante del Real Madrid

Ansu Fati, autor del segundo gol del FC Barcelona ante el Ferencvaros

Ansu Fati, autor del segundo gol del FC Barcelona ante el Ferencvaros / AFP

Ernest Folch

Ernest Folch

Barça y Madrid cabalgan a lomos de dos crisis estructurales, muy diferentes y a la vez muy parecidas. Los dos han perdido influencia en un mundo global donde tienen que competir por primera vez en su historia contra equipos más ricos, y los dos han cedido su hegemonía en Europa y tienen problemas para defenderla en el campeonato doméstico. Básicamente, los dos arrastran estructuras demasiado pesadas, propias de otra época.

La diferencia abismal radica en cómo afrontan los dos esta profunda transformación: en el Barça, la crisis es pública y descarnada, y el barcelonismo debate a tumba abierta sobre Messi, el Espai Barça, la moción o los fichajes con las tripas abiertas y sin ningún filtro. En el Real Madrid la crisis es silenciosa y opaca, y apenas sabemos nada, porque nada se discute sobre el presupuesto, los salarios o el nuevo estadio del Real Madrid: en el club blanco, la tranquilidad con la que preside Florentino Pérez le ha permitido iniciar las obras de su nuevo campo sin ningún debate, ha aprovechado la pandemia para acelerar los plazos y le saca una clara ventaja a su directo competidor: presentó el

proyecto más tarde y quizás lo termine dos años antes.

Sin embargo, en la combustión interna del Barça, en pleno fin de ciclo institucional, no todo es negativo ni todo se hace mal. Porque basta que bajemos un momento al terreno de juego para darnos cuenta de que Bartomeu, quizás muy tarde y con todos los errores que tantas veces hemos señalado, ha mirado al menos de cara el problema que tenía el equipo y ha aplicado un plan de emergencia para rejuvenecer la plantilla y dejar sentadas las bases deportivas del futuro.

Dos nombres propios, estrellas y goleadores en el partido ante el Ferencvaros, ejemplifican esta transformación: Pedri y Ansu. El primero es un éxito innegable de la secretaría técnica, tantas veces denostada (con razón), pero muy pocas elogiada. El segundo es otro éxito de La Masia, tantas veces también denostada (con razón), pero también muy pocas elogiada.

Dos perlas de solo 17 años, todavía con mucho recorrido para mejorar, pero que son ya un éxito de gestión y un orgullo para el barcelonismo. Si además los ponemos en un contexto donde se ha fichado a De Jong, Dest Trincao y donde todavía no perdemos la esperanza con el anárquico Dembélé, entonces hay que decir que algo se ha hecho bien o muy bien. A veces deberíamos (me incluyo) combinar nuestra sana fiscalización con la capacidad de parar un momento y destacar también los aciertos. Es compatible denunciar la cutrez insoportable del ‘Barçagate’ con aplaudir la llegada de Pedri y Ansu. Puede que el Barça sea un club caótico, pero está haciendo algo para solucionar sus graves problemas deportivos. Si yo fuera del Madrid, ahora mismo, y a pesar de todo, tendría

envidia del Barça.