Opinión

'Fuck off' significa recórcholis

Las palabras de Bellingham tras su expulsión

Las palabras de Bellingham tras su expulsión / DAZN

El fútbol es maravilloso. Durante un partido te entretienes, celebras, te pones nervioso, compartes opiniones con amigos y desconocidos, te bebes una cerveza y hasta aprendes idiomas. ¡Para qué luego digan que es el mal mayor de esta sociedad! Nada más lejos de la realidad. Aparte de un pasatiempo fascinante, es un instrumento pedagógico. Al menos en lo lingüístico.

Hace unos días, gracias a uno de esos micrófonos a pie de campo, los desconocedores de la lengua de Shakespeare descubrieron que 'Fuck you' no es tan grave como suena o como se suele pensar que es, que, si a uno le apetece, puede vociferarle a un árbitro esta bella expresión sin que se sufra castigo alguno.

Bellingham, que aparte de espléndido jugador y buena persona -según dicen los que lo conocen-, es también un furibundo orgulloso de su lengua. Empeñado en que todos la conozcamos, se propuso enseñarnos una nueva expresión cada jornada hasta que Munuera Montero, el verdugo de los políglotas, le ha cortado las alas. Del “You are a piece of shit”, que significa todo lo contrario a “eres una persona maravillosa”, pasando por el ya famoso “Fuck you” del derbi, hasta llegar al “Fuck off” de ayer en el Sadar, que, según los aficionados del Madrid, es un comentario cariñoso similar a un “cáspita” y que, según el diccionario de Cambridge, significa “vete a tomar por culo”.

Tarjeta roja -'red card' en inglés- y explota una polémica incomprensible. Incomprensible porque parece ser ahora que insultar a un árbitro es algo insignificante, como aquel que pide la hora. Entre todo el ruido generado, hay voces que reclaman el indulto al inglés. Uno de ellos, que me sorprende especialmente, es el gran Maldini, que cree que acabarán sacándole la sanción porque no hay motivo para sancionarlo.

¿De verdad, querido Maldini? ¿Mandar a tomar por ahí a un árbitro no es motivo de sanción? En una competición en la que se sancionó a un jugador varios partidos por tocarse la nariz o se expulsó a un entrenador por gesticular con el ímpetu de un perezoso sin que se montase la que se ha montado este fin de semana, creo que ponerse a pedir clemencia por alguien que manda a freír espárragos al juez de un partido es, no solo hipócrita, sino también un poco -'a little'- sospechoso.

A Bellingham le ha pasado lo que me pasaba a mí en el instituto, que apretaba y apretaba hasta que un día me pillaban. Suele suceder cuando se juega con fuego. Y debo reconocer que mi respuesta era la misma que la suya; sacar hierro al asunto, decirle a la profesora que estaba equivocada y proclamarme inocente a los cuatro vientos. Mis amigos, como los hinchas madridistas, me defendían impetuosamente con todo el morro del mundo.

Sinvergüenzas ellos, tras yo decirle “fuck off” a la maestra de inglés, le decían que la traducción al español de esa expresión era “recórcholis”. Bellingham probablemente corra suerte distinta, pero a mí nunca me funcionaron las excusas, siempre acabé condenado. También es verdad: ahora que caigo, nunca pensé en la estrategia de escribir un comunicado. O 'statement', como lo queráis llamar.