El fracaso de Dembélé sería el fracaso del Barça

Ousmane Dembélé, futuro incierto

Ousmane Dembélé, futuro incierto / AFP

Lluís Mascaró

Lluís Mascaró

El Barça no puede tirar (todavía) la toalla por Dembélé. No debe hacerlo. Porque el fracaso de Dembélé sería, también, el fracaso del Barça. Un fracaso estrepitoso... Que un fichaje no funcione es una más de las múltiples variables que existen en el fútbol. No todo sucede como está previsto. No todo es siempre como te lo imaginas. Tampoco los jugadores. Pero no es lo mismo equivocarse en una operación de 20, 30 o 40 millones de euros (como las de Arda Turan, André Gomes o Paco Alcácer, por poner solo algunas de las más sonadas y más recientes) que en otra de 105 (más 40 de incentivos). Y es que Dembélé es el segundo fichaje más caro de la historia del Barça, solo por detrás de Coutinho (120+40 millones). Ni uno ni otro han justificado, por ahora, su precio. Pero mientras el brasileño (más allá de su rendimiento, inferior al esperado) es un futbolista disciplinado, totalmente integrado en la dinámica del equipo y del club y con un largo recorrido, el francés está dilapidando su corta carrera con su actitud poco profesional y sus malas compañías. 

DIFÍCIL SOLUCIÓN

El Barça debe frenar, como sea, la depreciación de Dembélé. Que está siendo meteórica. Intentando, primero, que reaccione. Que se dé cuenta de que está desperdiciando la gran oportunidad de su vida. Cualquier chaval de 21 años moriría por jugar en el Camp Nou. Dembélé tiene la opción de hacerlo. Tiene numerosas cualidades futbolísticas para conseguirlo. Pero no quiere. O eso parece por su comportamiento tan poco profesional. El castigo (dejarlo apartado del equipo en los próximos partidos) es una primera opción. Pero no la única. Ni la definitiva. La solución es difícil. Muy difícil. Sobre todo porque el interesado parece ser el menos interesado (valga la redundancia) en encontrar esa solución. Aún así, todo pasa, irremediablemente, por el diálogo. Y el convencimiento. Y si, finalmente, no se consigue la reacción, atajar la decadencia del futbolista con un traspaso rápido. Si no puede ser en enero, en junio. Vale más reconocer el fracaso que perpetuarlo.