Florentino no es Bartomeu; Bartomeu no es Florentino

El presidente del FC Barcelona, Josap Maria Bartomeu

El presidente del FC Barcelona, Josap Maria Bartomeu / EFE

J.Mª Casanovas

J.Mª Casanovas

Los presidentes de los dos grandes clubs de este país viven situaciones contrapuestas, radicalmente distintas. Uno vive en la gloria, el otro en el infierno. Bartomeu pasa por un momento dulce, Florentino atraviesa en una crisis deportiva grave. En consecuencia, el Barça navega con el viento a favor mientras que el Madrid está inmerso en una tormenta de consecuencias imprevisibles. Los culés presumen de poder ganar el triplete y los madridistas están hundidos por un triple fracaso. Cada uno tiene lo que se merece. La diferencia es grande.  Cuando las cosas se hacen bien, hay la oportunidad de tener recompensa. Pero cuando se hacen mal, sin modelo ni planificación, es imposible que salgan bien. Basta un par de ejemplos para entenderlo. Fichar a Mariano como alternativa a Cristiano fue un error de párvulos. Elegir a Lopetegui y confiar en Solari fue tanto como cavar su propia tumba.

Nunca las comparaciones fueron tan reveladoras. En el Camp Nou se trabaja siguiendo un plan estratégico, con una estructura deportiva profesional y un primer equipo que cumple los objetivos fijados. En el Bernabéu solo mandan dos, Florentino y Pérez. El presidente ejerce de propietario del club sin serlo, hace de director deportivo y ha convertido el palco en un lobby político. Durante tres años los goles de Cristiano y los títulos de la Champions lo han tapado todo. Pero en una semana todo se ha ido al carajo de forma espectacular. Tres derrotas consecutivas les han dejado sin Copa, ni Liga, ni Champions. La peor semana en 114 años de historia, la caída del imperio blanco como si fuera un castillo de naipes. Barça y Ajax les han borrado del mapa con el agravante que les han hundido en un pozo del que nadie sabe cómo van a salir. 

Florentino no es Bartomeu ni se le parece. Es muy rico y tiene mucho poder, pero no entiende de fútbol y se equivoca convirtiendo el Madrid en su cortijo particular. Preside el club con un régimen presidencialista obsoleto. No cree en los entrenadores y tiene celos de los futbolistas estrella. Echó a Casillas, despreció a Cristiano y ahora tiene mal rollo con Sergio Ramos. Eso sí, tiene una corte de aduladores en su entorno que le ríen las gracias y le ocultan la verdad. Todo aquel que no piensa como él, lo considera un enemigo. El ser superior -Butrageño dixit- no acepta las críticas, no tiene la valentía para dar la cara en los momentos duros y cree que el fracaso actual se arregla con cuatro fichajes. 

Bartomeu no tiene nada que ver con Florentino. Son de una generación distinta, no tienen amigos comunes y se respetan más que se admiran. El presidente del Barça podría ser perfectamente el primer ejecutivo del club, por su capacidad de trabajo, conocimientos y visión de futuro. No presume de rico y solo es propietario de una empresa familiar próspera que expande por el mundo. Barto es más pragmático que Florentino, aunque hay que reconocer que la crisis del Madrid trasplantada al Barça seguro que le costaría el cargo. Tiene la suerte de tener a Messi que es una garantía deportiva, un seguro de vida y un icono mundial. El Barça de Bartomeu se ha convertido en el Barça de Messi. Una simbiosis que funciona en el campo tan bien como en Facebook, Twitter e Instagram.