Las flechas de Xavi

Xavi ya manda desde la banda

Xavi ya manda desde la banda / LALIGA

Rubén Uría

Rubén Uría

Xavi Hernández es transparente. Sabe dónde está, a qué debe jugar, qué estilo gusta en la casa y siente que el Camp Nou se muere de ganas de aplaudir a su equipo. Ganará o perderá, triunfará o fracasará, pero tiene claro que lo hará con su idea. En caso de morir, Xavi prefiere hacerlo con una flecha en el pecho antes que con una en el culo. Será valiente.

Tiene mucho trabajo por delante y no lo esconde. Ha heredado un muerto y debe devolver un campeón. Ya ha elegido cómo quiere reanimar a la tropa y será con fútbol. Su legado será de conciencia y pelota, o no será. En su primer once, ocho de casa: Mingueza, Piqué, Eric Garcia, Jordi Alba, Busquets, Gavi, Nico e Ilais. Y de propina, otro niño, Abde pegado a la cal.

Ni el barcelonista más recalcitrante podría negar que los últimos veinte minutos el Barcelona jugó con fuego y no se quemó de milagro, entre otras cosas porque este equipo es vulnerable sin balón, porque concede mucho, rasca poco, se ubica tarde y no tiene contundencia. Moraleja: el Espanyol perdonó lo imperdonable y el Benfica no será tan ingenuo. En todo caso, el primer día de colegio de Xavi se saldó con un discurso futbolístico claro y diáfano.

¿Puede perder? Naturalmente. ¿Le queda un mundo para armar un equipo fiable? Sí. ¿Tiene en chino mandarín pelear por títulos con lo que ha heredado? Lo ve un ciego. Pero al menos, durante 60 minutos largos, Xavi dejó un sello en el Camp Nou. El socio vio, por fin, la mano de un entrenador. Hubo intención. Orden, sello y denominación de origen. Y además, dirección de campo: presión arriba, recuperación tras pérdida, extremos abiertos.

Síntomas evidentes de que está tratando de alcanzar una propuesta reconocible y digna. Algo es algo, porque a veces, un poco es mucho. Xavi quiere tener la pelota siempre, para atacar y defender con la posesión, para usarla como amenaza y como escudo, pero tendrá que lograr que el grupo mejore sin balón. Esa será su gran asignatura pendiente: trabajar mecanismos sin balón.

Ni siquiera un talibán confeso del estilo como Xavi podría negar una evidencia: defendiendo como lo hace hasta ahora, el Barcelona será un equipo muy inestable. Atrás no mide bien, no gana duelos, no rasca y concede latifundios de terreno al espacio. Y eso requiere soluciones futbolísticas drásticas. Xavi lo sabe y ahora tendrá que activar su plan. Y en su cabeza la idea está clara: si su Barcelona ataca mejor, defenderá mejor.

Nadie sabe si Xavi triunfará o no, pero él tiene claro su camino. Viene a dejarse la vida y a ser valiente. Si hay que morir, prefiere hacerlo con una flecha en el pecho antes que con una en el culo. Será puerta grande o enfermería, pero siempre con balón. Mis respetos.