Un 'flashback' emocional

Maradona, con la Copa del Mundo de 1986

Maradona, con la Copa del Mundo de 1986 / ARCHIVO.

Jordi Cruyff

Jordi Cruyff

Reconozco que cuando leí la noticia me quedé paralizado. Durante diez minutos se agolparon en mi cabeza una secuencia de imágenes que forman parte de nuestra memoria: su grito de celebración de un gol ante la cámara en el Mundial del 94, el famoso salto con la mano de Dios, sus faltas increíbles con el Nápoles, la dura entrada que sufrió siendo jugador del Barça…

Como todo el mundo, seguí las muestras de cariño hacia Maradona de todos los rincones del planeta, desde compañeros que coincidieron con él hasta personas anónimas desconsoladas por ese repentino vacío que dejan las leyendas. Y con esa mezcla de compasión por alguien que ha demostrado ser humano en muchos aspectos, demasiados. Un mito con el que se ha identificado mucha gente por su origen social humilde y personas ajenas al fútbol, también artistas, por esa creatividad fuera de lo convencional que lo convirtió en un icono.

Inevitablemente, se me hizo un día difícil. Esa avalancha de homenajes me transportó al momento en que nos dejó mi padre, a la sensación del 10 al 0 que su pérdida dejó en nuestra familia y que se transformó en un bonito recuerdo por el calor que nos transmitieron desde la calle con la peregrinación al Camp Nou, el duelo nacional en Holanda y los sentidos mensajes que nos llegaron de todo el mundo. Pasamos involuntariamente de un luto privado a compartirlo con gente anónima. Nos sentimos tan abrumados, que nos atrevimos a admitir aquello de que ‘Johan no es solo nuestro, Johan es de todos’.

Y me puse a pensar en sus hijos, bastante más jóvenes, en su dolor, en el tremendo vacío que dejan este tipo de personas con una presencia enorme, y en cómo ese gran vacío que sienten ahora se irá mitigando a lo largo del tiempo.

No lo suples nunca, pero recibirán a diario muestras de cariño, en forma de anécdotas graciosas que les harán sonreír o palabras de extraños que les pararán en la calle para decirles lo especial que fue su padre para ellos. A mí me sigue pasando. Eso les durará toda la vida. Y son pequeños estímulos que te dan fuerza dentro de la tristeza. Claro que necesitarán apoyo, como cualquier hijo que pierde a un padre, pero el recuerdo que ha dejado en gente de todas las partes del planeta será su mejor terapia. Y es algo que sólo consiguen un grupo muy reducido de elegidos que dejan una huella imborrable en este mundo, los inmortales.

No necesitaron ser virales para convertirse en ídolos. Y ahora que vivimos en una época brutalmente digital tenemos herramientas para avivar su recuerdo, bien sea con una tarjeta leyenda del FIFA o un video de YouTube. Pero siempre hace falta algo más sólido para alimentar esa memoria.

Por eso no habría mejor manera de dar a Maradona una ‘asistencia’ a la eternidad que rebautizar con su nombre al estadio del Nápoles, como ocurrió con el Johan Cruyff ArenA en Amsterdam o el Estadi Johan Cruyff en Barcelona. Así los jóvenes aficionados seguirán preguntando quiénes eran esos futbolistas cuando no estemos en este mundo.

ME GUSTA

Una buena semana para el Barça. La clasificación en octavos de Champions y la victoria contra el Osasuna, con buena imagen del equipo en ambos partidos, era una bocanada de aire necesaria en lo deportivo. Y eso, unido al pacto por la rebaja salarial, demuestra aún más el compromiso de este equipo con el club dentro y fuera del campo.

NO ME GUSTA

La muerte de Juan de Dios Román. Una figura histórica del deporte español que está recibiendo un merecido reconocimiento. Su palmarés y su influencia en el balonmano español nos recuerda que hay que estar siempre agradecidos a personas que se hayan dedicado en cuerpo y alma a la pasión por el deporte y sus valores, independientemente de la disciplina.