Una final típicamente inglesa

Kai Havertz festejando su gol al Manchester City en la final de la Champions

Kai Havertz festejando su gol al Manchester City en la final de la Champions / AFP

Jordi Cruyff

Jordi Cruyff

El ‘factor Kanté’ fue determinante. Si a estas alturas alguien se ha quedado sorprendido por el rendimiento del internacional francés, es porque no le conoce bien. Lleva años a este nivel.

De entrada, el Chelsea y el Manchester City nos ofrecieron un clásico partido de intensidad inglesa, con muchas transiciones, pero con pocas ocasiones de gol. El primero que lograra colocarse 1-0 en el marcador tenía medio camino andado para llevarse la Copa a casa. Y así sucedió. 

Desde el momento en que el Chelsea sacó ventaja con un gol, desplegó su mejor catálogo de equipo correoso que defiende con intensidad y compacto, con muchos jugadores por el centro sometiendo a los citizens a un cortocircuito constante y transiciones muy difíciles de frenar. Ante un Chelsea debes tener claro que, si te mete un tanto, te espera una odisea. Luego es una cuestión de que tengas suerte. Y el ManCity no la tuvo en momentos decisivos como algún centro lateral en el que la pelota te debe caer a ti y no al rival.

Y el factor Kanté hizo el resto. Si a estas alturas alguien se ha quedado sorprendido por el internacional francés, es porque no lo conoce bien. Lleva muchos años rindiendo a muy buen nivel, tanto en clubes como el Leicester City y el Chelsea, como en su selección. Es el tipo de jugador que, cuando lo ves, te das cuanta de la falta que hacen futbolistas de su perfil en la Liga española. Te aporta alegría, trabajo, robo de balón, recuperación tras pérdida, te asegura posesiones y te hace ese trabajo, no diría sucio, pero sí fundamental, que los equipos necesitan hoy en día para tener equilibrio. 

Hay quien dice que es una versión moderna de Makelele. Pero su aportación es mucho más amplia que una simple comparación. Te da ese equilibrio que permite a los que le rodean aprovechar su momento creativo. La mezcla perfecta entre el ying y el yang. Para un entrenador, es fantástico tener jugadores de este tipo a los que les das dos consignas y te hacen el partido deseado. 

Kanté es un futbolista que domina bien un registro muy necesario hoy en día en el fútbol, porque te aporta esa capacidad atlética tan característica de Inglaterra que, unida al talento y el buen criterio en posesión importado de entrenadores y futbolistas extranjeros, convierten a los clubes de la Premier en los equipos más completos de Europa. Aunque no estaría de más que el fútbol inglés abriera una reflexión sobre las dificultades que ahora enfrenta para captar talento europeo con la entrada en vigor del Brexit. ¿Vale la pena desandar el camino andado?

Nadie duda a estas alturas de que Pep Guardiola ha aportado una mirada fresca al fútbol inglés. Perder una final de Champions puede llevar a juicios demasiado simplistas. Los citizens se sometieron a un partido incómodo que con un centrocampista de corte más creativo como Gundogan buscaría tener más posesión y acumular más piezas en el centro del campo. Era un buen planteamiento y el 1-0 pudo haberse decantado en cualquiera de los dos lados. Toca hacer perspectiva y no hablar de una final perdida. Nadie niega que el ManCity de Guardiola lleva una trayectoria espectacular, con un sello de autor que ha transformado todo lo que toca y que esta final perdida también forma parte del camino de consolidación del club en la élite del fútbol.