La fe de Koeman en Dembélé

Koeman y Dembélé durante un partido

Koeman y Dembélé durante un partido

Joan Mª Batlle

Joan Mª Batlle

Lo de Dembélé en el Barça es una montaña rusa. Ahora sube; ahora baja. Ahora, sí; ahora, no. Ahora parece que sí, ya to le decía yo; ahora parece que no, que esto no tiene remedio. Ahora está arriba y subiendo. No se lesiona, no llega tarde a los entrenamientos y en los partidos empieza a ser un factor diferencial. Está en su cuarta temporada en el Barça y le queda solo una de contrato. No podemos decir que haya triunfando, ni siquiera que esté triunfando. Aún no ha demostrado ni la mitad de lo que esperábamos de él, por no hablar de lo que debería ofrecer por el precio que se pagó por él. Ahora es objeto de renovación estratégica y casi obligada, cuando hace tres meses era transferible. Siempre la montaña rusa. Y con los aficionados, lo mismo, basta un quiebro eléctrico, una carrera meteórica o un gol imposible para que levante pasiones. Del mismo modo que un remate fallido, nos devuelven al hoyo de la decepción. Pero nadie se atreve a renunciar a él. Es un gran jugador, un futbolista que da espectáculo y solo tiene 23 años. Se le perdona lo malo porque lo bueno que apunta es infinitamente superior. 

SE QUEDA. A Koeman también le ha pasado lo que a ustedes o a mí mismo. En verano pidió a Depay y autorizó su salida. Con esto ya está todo dicho. Poco después atisbó alguna esperanza y le dio cancha. No duró demasiado el optimismo. A finales de año, Dembélé  estaba prácticamente desahuciado y después del partido contra el PSG en el Camp Nou cayó al punto más bajo de la montaña rusa. Pero Koeman no desesperó y el cambio de sistema táctico nos ha traído al mejor Dembéle de las últimas cuatro temporadas. Ousmane es protagonista del mejor Barça en dos años, rompe a los defensas rivales como teórico 9, marca goles, se entiende con Messi... Total, que se queda. O intentará Laporta que se quede. Koeman ya no tiene dudas y aunque no renuncia a Depay, Dembélé es renovación prioritaria. Estoy de acuerdo. Con 23 años tiene talento para explotar en cualquier momento y si explotase lejos del Camp Nou, no nos lo perdonaríamos. Es una cuestión de fe. Y la fe de Koeman en él, la fe que le ha recuperado, es ahora inquebrantable. 

La clave: Ousmane vive en una montaña rusa constante, pero nadie se atreve a renunciar a él.