Saltar al contenido principalSaltar al pie de página

Opinión

Lo fascinante de Dro

Dro marcó su primer gol // VALENTÍ ENRICH

Dro marcó su primer gol // VALENTÍ ENRICH

"Jugar al fútbol es muy sencillo, pero jugar un fútbol sencillo es la cosa más difícil que hay”. Ninguna frase de Johan Cruyff sintetizó mejor su manera de diferenciar a un jugador espectacular de un gran jugador. Cruyff tenía la teoría de que “la mayoría de jugadores quieren hacer las cosas más bonitas de lo estrictamente necesario” y, por eso, valoraba el minimalismo de futbolistas como Guardiola, Iniesta o Messi, que ha ido destilando su juego hasta eliminar todo lo superfluo.

Pedro Fernández, conocido como Dro, forma parte de este tipo de futbolistas donde se impone el menos es más. Su fútbol brota de una manera espontánea y marca diferencias sin poner casi nunca su cuerpo al límite, que son dos cosas de jugadores distintos. Cada acción suya aclara el horizonte como ocurre con tipos como Pedri, Olmo o Lamine, que tienen en la cabeza más el juego que la jugada.

La belleza del fútbol de Dro está en la delicadeza de sus gestos, pero también en la determinación con la que ordena el fútbol a través del balón. Hace unos meses Neymar definía a Pedri como “clásico”. Es un adjetivo que también encaja con Dro, que tiene esa aura de futbolista que trasciende extrañamente cualquier época y lugar, porque su juego va por delante de su cuerpo.

En el Barça son conscientes del tipo de futbolista que es Dro. Por eso lo están acercando cada vez más a la pelota. Cuando llegó empezó jugando de falso nueve, más tarde ganó peso como extremo izquierdo y la temporada pasada ya jugó de mediocampista en el juvenil B.

Los técnicos están convencidos de que es en esta posición -interior o mediapunta- donde tiene más potencial para expresar todo el fútbol que tiene dentro. La conclusión ha sido sencilla: cuando más peso tenga en el juego mejor para su equipo. Que solo tuviera apariciones esporádicas en el Juvenil A fue una decisión estratégica del club. En el conjunto de Belletti, los Quim Junyent, Diarra o Juan Hernández complicaban el papel de Dro, que tenía las llaves del Juvenil B.

Su talento no pasó inadvertido para Flick, que la temporada pasada ya lo llamó para algún entrenamiento. Pero, para entender la decisión, hay que reparar en Arnau Blanco, actual entrenador auxiliar del primer equipo que lo tuvo en el Cadete A. Una apuesta que ha tenido continuidad esta pretemporada, donde ha sido la gran revelación del primer equipo con solo 17 años.

Sus actuaciones han impresionado al barcelonismo pero no a sus compañeros, que en los entrenamientos vieron rápidamente que eran muy especial. Flick lo probó como extremo izquierdo en el primer amistoso, donde se estrenó como goleador, y como mediapunta en el último. En los dos encuentros llamó la atención sobre todo por la naturalidad con la que jugó con sus ídolos. “Entré nerviosillo, pero me cayó la primera y para adentro”, reconoció tras su debut. Flick quiso rebajar el ruido a su alrededor y lo dejó en el banquillo en el segundo partido. En el tercero, en cambio, fue titular ante el Daegu. De nuevo, con un impacto inmediato. Su cara de susto, escuchando los consejos de Raphinha, contrastó con la confianza que demostró en el campo.

El gran reto de Flick será gestionar tantos recursos en un mediocampo donde no caben todos. A los De Jong, Casadó, Bernal, Gavi, Pedri, Olmo y Fermín se suma ahora otro adolescente muy especial. Lo fascinante de su juego no es lo primero que entra por los ojos, sino cómo logra que el fútbol parezca algo sencillo. Dro es de los que harían sonreír a Cruyff.

TEMAS