Extraviados con el cuentakilómetros

Valverde acabó satisfecho tras golear al Valladolid

Valverde acabó satisfecho tras golear al Valladolid / AFP

Jordi Costa

Jordi Costa

Llamaron tanto la atención los datos de kilómetros recorridos por uno y otro equipo tras el Slavia-Barça que Valverde los acabó denunciando como incorrectos, según las mediciones del propio club. Pero, aunque se hubieran ajustado a la realidad, nadie que haya entendido algo de la filosofía del Barça en las últimas cuatro décadas puede evaluar el juego del equipo en función de parámetros atléticos. Y una prueba de ello es que el conjunto que más ha corrido en la actual edición de la Champions, el Bayer Leverkusen, no ha sumado un solo punto. Otra cosa es que la intensidad o la oportunidad de los esfuerzos sean los adecuados.

El problema del Barça, más allá de la incapacidad de fijar su centro de gravedad en el medio del campo, es la dificultad para sostener los episodios de intensidad sin balón. Una novedad de esta temporada es la voluntad de subir la línea de presión, para recuperar el balón cerca del área rival y evitar recorridos defensivos más largos, pero cuando no es coordinada o efectiva, supone una alfombra roja para los contraataques rivales, como han demostrado Borussia, Inter y Slavia

A partir de ahí, se produce el efecto en cadena: mengua la confianza en la presión, se estiran las líneas, cuesta dar cuatro pases y, por tanto, instalarse en campo contrario. La diferencia ostensible que se aprecia entre el Barça de Liga y el de Champions es lo que tarda en marcar distancias en el marcador. Ayer, el equipo barcelonista hizo muchos más goles que juego pero, con el 3-1 que logró en poco más de media hora, disuadió al Valladolid de seguir plantando cara y se aseguró una noche tranquila. En este sentido, el de apoyarse en la contundencia en el área rival a falta de resistencia, es una noticia inmejorable que Messi vuelva a ser Messi

Por otra parte, es curioso que la posición de reposo del actual Barça, al que se acusa de correr poco, consista en perder metros, plantar la defensa en la propia área y esperar que el rival le regale espacios a la contra. En estos escenarios de ida y vuelta, el equipo se harta de correr, especialmente los centrocampistas, pero no por ello es más sólido, ni más autoritario. Marca diferencias porque su calidad ofensiva es enorme y porque la mayoría de equipos de la Liga no le aguantan dos asaltos. Pero, salga bien o mal la foto de final de temporada, tendrá que ver más con encontrar un guión que se adapte a la realidad del equipo que con pretender convertir a los futbolistas en maratonianos.