Explotando a Messi

Asegura Messi que cambiaría alguno de los seis Balones de Oro que figuran en su palmarés por haber levantado alguna Champions más

Javier Bordas: "Messi debería tener diez Balones de Oro más que Cristiano"

Leo Messi tras el gol que le daba la victoria al Barça en el Wanda Metropolitano / EFE

Jordi Costa

Jordi Costa

Asegura Messi que cambiaría alguno de los seis Balones de Oro que figuran en su palmarés por haber levantado alguna Champions -o alguna Copa América- más. Un discurso que ha mantenido tanto cuando ha sido galardonado como cuando la esfera dorada le ha pasado de largo. Porque puede que la cantidad de distinciones individuales se quede corta para su dimensión futbolística, pero incluso el mejor de la historia sabe que los títulos colectivos ensalzan más una carrera.

Tiene poco sentido preocuparse por la fecha del adiós de Messi, que el propio genio volvió a poner sobre la mesa en París. Básicamente porque no la sabe ni él. Se trata, pues, de disfrutar el privilegio que hemos tenido la última década, de tranquilizarse escuchándole tan comprometido como siempre e intentar sacar todo el partido que todavía le queda en las botas. Y eso sí que es preocupante porque, hoy por hoy, es más fácil imaginar a Messi recogiendo su séptimo Balón de Oro que al Barça ganando la sexta Champions.

Es cierto que el Barça goza de la capacidad del argentino para decidir partidos, como volvió a hacer ante el Dortmund y especialmente en el Metropolitano, del mismo modo que tiene en Ter Stegen un seguro de vida para que se la salve. Pero a veces da la sensación que el equipo abusa de ellos. Cuantos más años cumple Leo, más partidos le toca desequilibrar; y cuantas más temporadas pasan, más se parece Ter Stegen a un gato providencial bajo los palos que a aquella suerte de líbero temerario que aterrizó en el Camp Nou hace cinco años.

Puede que en Liverpool  anden molestos porque el Balón de Oro no ha premiado su triunfo en la Champions, pero no tengo duda de que Klopp prefiere diversificar sus fuerzas teniendo a tres piezas -Van Dijk, Salah y Mané- entre los cinco mejores del mundo, amén del mejor portero. El alemán ha construído un colectivo tan potente que no depende en exclusiva de ninguna de sus individualidades, como demostraron remontando al Barça la semifinal de Champions sin Salah, ni Firmino. Hasta el punto que, como pasaba en la época de los Xavi e Iniesta, llegados los premios individuales cuesta tanto decidir quién es mejor que se quitan votos entre ellos.

Es obvio que nadie va a poder rivalizar con Messi pero, más que en su relevo imposible, el Barça debe trabajar en construir de nuevo un equipo con sello y autoridad coral. Porque las alegrías que de verdad importan no se reparten en un teatro en invierno sinó sobre el césped a final de temporada.