Opinión

La exhibición de Alcaraz tapa un mal partido de la Selección

Alcaraz celebrando el triunfo

Alcaraz celebrando el triunfo / AP

La tensión vivida durante casi cinco horas y media de la final de Roland Garros que acabó con la espectacular victoria de Carlos Alcaraz eclipsó una inesperada derrota de la Selección Española de fútbol y dejó en un tercer lugar el triunfo de Marc Márquez en el GP de Aragón.

La final más larga del torneo parisino fue una locura que se recordará durante años. La persistencia del tenista murciano le llevó a la consecución de su segundo Roland Garros y su quinto Grand Slam tras una demostración de juego, fuerza y concentración.

Con partidos como el disputado en París, Alcaraz está empezando a parecerse a Rafa Nadal. Pensábamos que después del Dios del tenis tardaríamos años en encontrar a un deportista que nos hicieran vibrar y disfrutar como el mallorquín, pero su sucesor ya está aquí. Y no solo eso. Es tan descaradamente joven que augura un futuro espectacular para el tenis español.

Lo de Alcaraz es digno de admiración. Tuvo el partido perdido y resistió hasta desplegar su mejor tenis pasadas las cinco horas de partido. A todo eso, tanto Alcaraz como Sinner tuvieron un comportamiento ejemplar. Fue una lección para todos los jóvenes que practican el tenis. Ni una protesta ni una mala cara y siempre concentrados y dando todo lo que llevan dentro.

Una tarde inolvidable que acabó con una decepción de la Selección Española, que cayó en los penaltis de la final de la Nations League ante Portugal. No jugó bien España que salió demasiado relajada y la selección entrenada por el catalán Roberto Martínez la superó en todos los aspectos. Fue una mala noche de un equipo joven y con mucho futuro, pero que cuando le fallan las estrellas se convierte en un conjunto vulnerable.

De todas formas, resultado al margen, el domingo 8 de junio siempre será recordado por la victoria de Alcaraz en una espectacular e histórica final.