Esto parece la tierra del tío Trump

jdiaz190829223119

jdiaz190829223119 / sport

Siro López

Siro López

Me piden mis amigos de SPORT que aprovechando mi estancia en China para el Mundial de baloncesto les haga un pequeño diario de mis experiencias personales y de lo que acontece, a nivel deportivo, en un evento de estas características. 

Vaya por delante que 20 horas después de haber salido de Madrid, las primeras sensaciones una vez aterrizado en Guangzhou (escenario de los tres primeros partidos de la selección española) es que alguien se ha equivocado en el reparto de los billetes y, lo que en un principio iba a ser un viaje al gigante asiático, se ha convertido de la noche a la mañana en un largo desplazamiento a cualquier ciudad de Estados Unidos. 

De no ser porque no puede haber más chinos por metro cuadrado o porque los carteles están escritos en una tipografía para mí, políglota donde los haya, sencillamente indescifrable, cualquiera podría pensar que el Mundial de este año han decidido que se vuelva a disputar en la tierra del tío Sam. ¿He escrito Sam? Perdón... en la tierra del tío Trump.

La FIBA no se ha equivocado

Pero no, la FIBA no se ha equivocado y los rascacielos que pueblan el skyline de esta ciudad forman parte, desde hace años, de la imagen de un país que en un par de décadas ha pasado de la Edad Media al siglo XXII.

Por lo demás y al margen de los gigantes acristalados las primeras sensaciones son las esperadas. Coches por todos lados, paciencia para soportar una circulación colapsada a todas horas  y humedad, mucha humedad.  

Esto unido a una temperatura que en nuestro primer día rozó los 38 grados les hará solidarizarse con los ‘sufridos’ enviados especiales que aquí nos encontramos y les hará más llevaderas las ‘suaves’ temperaturas que están viviendo por esos lares.

Comida y aún poco baloncesto

De la comida y de mi experiencia con los palillos ya les hablaré otro día. De momento y como adelanto les diré que en mi primer almuerzo en un restaurante en donde van los lugareños del país lo comí todo, carne incluida, con la típica cuchara que te ponen, en todos los restaurantes chinos, para servirte el arroz.

De baloncesto poco que contar, España llegó a Guangzhou después de jugar un par de amistosos contra Argentina y Rusia y ahora, en cuanto acabe de escribir esto, nos vamos al pabellón o como diría un moderno al Arena, para acreditarnos y conocer una  instalación que según me han contado no tiene nada que envidiarle a alguno de los grandiosos escenarios de la NBA o de la Euroliga. Mañana les cuento.