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Un esprint final vertiginoso

El Maccabi buscó, en el segundo cuarto, descentrar a los blaugranas con alternativas defensivas

Suerte que los de Saras estuvieron finos desde el triple y mantuvieron a raya a sus rivales

Jasikevicius mostró respeto por el rival aunque reconoce la gran rivalidad entre ambos equipos

Jasikevicius, entrenador del Barcelona / FCB

Nacho Solozabal

Nacho Solozabal

Capaz de lo mejor y de la anarquía más desconcertante. El Maccabi es un equipo plagado de individualidades exteriores de gran talento, que necesitan muy poco para volver loco a cualquier rival. El Barça comenzó el partido con tres grandes, algo que provocó muchos problemas defensivos. El Maccabi carece de un juego interior solvente y ello es siempre un déficit que no siempre pueden corregir. No obstante, son maestros en jugar con los cinco jugadores abiertos , que buscan constantemente el 1x1 o el 2x2, y que ante el Barça lograron un buen número de puntos en bandejas. Además, en estas situaciones de penetraciones, los blaugranas cometieron más faltas que sus oponentes.

Suerte que los de Saras estuvieron finos desde el triple y mantuvieron a raya a sus rivales. Pero ya se vislumbraba que sería una noche complicada. El Maccabi buscó, en el segundo cuarto, descentrar a los blaugranas con alternativas defensivas, zona e individual con cambios en los bloqueos, que lograron que diferencias favorables al Barça de más de 10 puntos se redujeran a 4 en el descanso. Buen trabajo de Jokubaitis, Higgins o Tobey y, por parte visitante, un acertado Adams se erigía en su máximo peligro. Aunque parezca mentira, Mirotic no sumó ningún punto en los primeros 20’.

Desconcierto y subidón

Es difícil salir del vestuario más relajado. Un 0-7 demoledor. El Barça padeció en el tercer periodo la mejor versión del Maccabi. Sólidos detrás, infalibles en ataque, anotaron 30 puntos en este cuarto, con un Baldwin estelar que dio una lección de dirección y capacidad ofensiva. Cada ataque foráneo era canasta, y, en muchas ocasiones, buscaron atacar con acierto a Mirotic. El montenegrino despertó, eso sí, en ataque, pero su aportación no logró mantener la iniciativa en el marcador.

Lo mejor del cuarto fue que el Barça entró en los definitivos 10’ perdiendo sólo por 5 puntos. La verdad es que no mejoró en nada la imagen blaugrana en los primeros instantes del último periodo. Espesos y perdidos. Pero todo cambió con el 68-74. En pista tres pequeños, con un Higgins resolutivo, y un cambio radical de mentalidad. Apareció un Barça agresivo en defensa, recuperó balones metiendo muchas manos, y el Maccabi se colapsó en ataque. Los israelitas no encontraron entonces ninguna ventaja en sus 2x2, y acabaron las posesiones haciendo lanzamientos muy forzados. Un 10-0 que explica lo que es capaz de provocar la comunión entre un enfervorizado Palau y sus jugadores. Fueron minutos en los que el arbitraje se sumó a la fiesta para lograr una victoria trabajada y muy merecida.