Espejismo

Maxi Gómez falló un penalti con 0-0 en el Valencia - Barça

Maxi Gómez falló un penalti con 0-0 en el Valencia - Barça / AFP

Xavi Torres

Xavi Torres

Quique Setién consumió miles de palomitas disfrutando del juego del Barça. Como jugador sufrió al Dream Team hasta desear que Johan Cruyff se fijara en él para compartir desde dentro aquella joya futbolística. El enamoramiento continuó con Pep Guardiola en el banquillo. Y más tarde, incluso con Luis Enrique y Valverde, con quienes se enfrentó. El Barça tenía un tesoro y Quique lo vio claro. Trató de trasladar la esencia de ese fútbol allá donde fue: en algunos lugares lo tildaron de loco y lo echaron rápido; en otros, lo aguantaron aun dudando de él. Últimamente, cuentan, le explicaba las maravillas del método a sus famosas vacas de Liencres. 

Hoy, alucina. Efectivamente, Quique Setién, el entrenador del Barcelona, alucina. Todo aquello que imaginó que sería, no es. De hecho, todo está muy lejos de cuanto pensó que se encontraría. No hay duda de que construir es muy difícil y destruir, muy fácil. Esta es la historia de lo que le está sucediendo al Barcelona. Doloroso, por otra parte, por cuanto la evidencia había avisado en multitud de ocasiones. Hoy, moribundo el método que convirtió al Barça en la referencia mundial del sector del balón, aquellos que lo ningunearon, los mismos que cometieron atropellos inexplicables, han decidido contratar un talibán de la idea para revertir la situación. Y, además, pretenden que sea rápido. Para ayer, si puede ser. 

Setién y su ilusión se han encontrado un equipo Frankenstein, con pedazos de ideas de aquí y otras, de allí; con la mezcla de jugadores veteranos que formaron parte del mejor Barça de la historia y fichajes que no han convivido jamás con el método cruyffista. Y, también, jóvenes que han aparecido en el Camp Nou en el peor momento posible. Todo ello aliñado con la dictadura de Leo Messi, solución y problema al mismo tiempo. Su sombra, extraordinariamente gigante, ha provocado una dejación de funciones general de carácter alarmante que afecta al equipo y también a la entidad. Los futbolistas hace tiempo que decidieron abandonar sus responsabilidades para esconderse bajo el ala del ‘10’; Bartomeu ganó las últimas elecciones gracias al triplete del tridente y pretende perpetuar su rosellismo con la obra que el futbolista argentino sea capaz de mostrar hasta el día de las próximas elecciones. Entre medio, fracaso y despilfarro en los fichajes para un intento vergonzoso de renovación de la plantilla. 

Mientras tanto, Quique Setién solo pretende ser fiel a sus ideas. Nada raro, por otra parte. O tal vez sí, para aquellos que caminan mareados tras cambiar de pensamiento y de obra cuatro veces por semana. La situación es tan surrealista que la coherencia se ha convertido en un don extraño. El problema es doble: por una parte, Setién se ha encontrado un solar en ruinas con el que necesita tiempo para volver a construir; por la otra, en el Barça no se contempla la paciencia como elemento a considerar. Hay que ganar o ganar, sobre todo en Europa. Alerta.