España, un camino indescifrable

Luis Enrique, en el partido ante Bosnia

Luis Enrique, en el partido ante Bosnia / EFE

Gerard López

Gerard López

Luis Enrique ha efectuado tres convocatorias en las que se ha llevado a 33 jugadores. Casi la mitad de los que anunció cuando fue escogido seleccionador nacional. Nadie puede echarle en cara que no cumple con su palabra. Luis Enrique le ha dado un vuelco a España. Los resultados, sin embargo, no han sido los esperados. La eliminación de la Final Four de la UEFA Nations Cup deja un mal sabor de boca y la sensación de trabajo incompleto. El buen inicio de Luis Enrique  (victoria en Wembley y goleada a la subcampeona mundial, Croacia) no ha tenido continuidad en los dos últimos partidos. Ha perdido dejando una mala imagen y siendo apeada de la fase final del torneo.

Llevarse a tantos jugadores diferentes provoca cierta indefinición en la jerarquía del grupo e incluso en el estilo de juego. Uno no deja de preguntarse si realmente hay un rumbo fijo o, por contra, se dan tumbos sin sentido. Difícil de sentenciar a estas alturas de curso y fácil recordar su experiencia en el Barcelona para descifrar el camino que está emprendiendo el seleccionador.  En el Camp Nou, Luis Enrique intentó un salto adelante combinando un estilo de juego de posesión y de toque con otro más vertiginoso, más de contragolpe. Y España, durante estos seis encuentros, ha tenido también estas fases.

Luis Enrique se encuentra con España en una situación similar a la que vivía el Barcelona, con la salvedad de que vestido de azulgrana estaba Messi. El Barcelona también venía de una etapa triunfal con Guardiola, una etapa que dejó un gran sabor de boca a toda la afición. Con Luis Enrique, gracias a la presencia de Messi en el equipo y de algunos jugadores que estaban en plena madurez, el Barça siguió ganando, aunque los elogios al juego nunca fueron unánimes.

¿Qué le pasa con España? No varía mucho porque la Roja venía de ganar dos Eurocopas y un Mundial, venía de haber tocado techo con un juego que enamoró a los aficionados. Y el recuerdo de ese equipo permanece vivo entre los aficionados. Eso es el espejo. España está en fase de reconstrucción y se supone que de la actual masa de jugadores habrá una criba que son los que se basará para construir un equipo que ahora debe luchar para clasificarse para la Eurocopa. No será un camino difícil el que le espera estos dos años pues probablemente quedará encuadrado en un grupo de seis, en el que los dos primeros se clasificarán. Ahora le llega una época de cierta paz en la que Luis Enrique deberá ayudar a no crispar el ambiente con sus decisiones, como ocurrió con Alba o sus apariciones ante la prensa porque, a diferencia de Del Bosque por ejemplo, no tiene ni su mano izquierda ni su acierto en la gestión de egos. La eliminación de la Final Four deja a Luis Enrique sin margen para muchos inventos. Tiene chicos con mucha calidad que pueden dar ese relevo generacional que necesita la selección. Hay talento con Rodri, Thiago, Isco, Asensio y compañía pero todavía les falta un punto de competitividad que tenían Puyol y compañía, que era una generación espectacular.

Ahora el Barcelona es también menos influyente en el combinado nacional y esto acaba siendo también un handicap para que los resultados lleguen pronto. Con tanto jugador de aquí y de allí necesitas más tiempo para conjuntarlo y para darle una forma adecuada, para enseñarnos que estamos en el camino adecuado o, por contra, estamos en un sinsentido que no llevará a ninguna parte a la Roja. El tiempo dará o quitará razones pero está claro que este equipo estará ligado a la personalidad de su seleccionador, que no deja indiferente a nadie.