El escudo no se toca

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Bojan Krkic

Bojan Krkic

Que el Barça está en crisis es una realidad incuestionable. El club decidió cesar a su entrenador a mitad de temporada con el objetivo de agitar el vestuario y, más allá de la opinión que cada uno tenga del cambio, la intención, como argumentó Bartomeu, era dar “un nuevo impulso” deportivo a la plantilla, algo que parece no haberse conseguido.

Tras caer eliminados en Copa, las dudas alrededor del equipo han aumentado, sin embargo mi opinión es que se trata más de una crisis institucional que deportiva ya que los problemas van más allá de las paredes de la Ciutat Esportiva y afectan a los despachos. 

La situación es complicada por todo lo vivido en los últimos días y ha dibujado un escenario idóneo para que quienes buscan hacer daño y desestabilizar campen a sus anchas. No solo desde fuera, algo que era de esperar, sino también desde el propio entorno blaugrana e, incluso, desde dentro del club. Nada que no se haya visto antes. Lo que está pasando no deja de ser una muestra más de ese carácter autodestructivo que convive entre el barcelonismo y que acaba beneficiando a sus rivales. Al Athletic, por ejemplo. 

Guardar la calma

Ante un panorama así, cuando más difícil parece la salida, solo cabe actuar de una manera: guardar la calma. El club necesita protección y nadie debe estar por encima del escudo. Aplaudo que, tras la la polémica generada por las declaraciones de Abidal y la respuesta de Messi, la postura de la entidad sea mantener en el cargo al secretario técnico.

Optar por una opción drástica generaría más desconcierto y solo serviría para agravar la crisis. Toca ser fríos y no echar leña al fuego, meditar cada paso y, sobre todo, proteger y aislar al vestuario de confrontaciones. Ahí está la clave de que la temporada acabe bien o no. Tampoco es recomendable, tras la lesión de Dembélé, acudir al mercado con prisas y firmar al primer jugador que parezca dar el perfil.  

La derrota de ayer puede suponer un caldo de cultivo preocupante, por eso es importante no precipitarse. Eso no lleva a ningún lado pues los futbolistas, que son quienes se la juegan sobre el césped, sufren la inestabilidad a su alrededor. Queda mucho por ganar y ya habrá tiempo de analizar qué ha pasado y por qué.

Aparcar diferencias

Sin los jugadores el proyecto no se aguanta y las diferencias que pueda haber a nivel interno deben aparcarse por el bien común. Viví algo similar cuando Laporta era el presidente y varios miembros de la Directiva dimitieron.

El club apostó por Guardiola para la primera plantilla y por Xavi Pascual para el equipo de básquet. Confió en gente de la casa y blindó los proyectos deportivos. La solución a la crisis pasa por mantener la serenidad, blindar al vestuario de injerencias y confiar en quienes te han hecho campeón.