Ernesto Valverde empieza a mandar en el Barça

Cuando llegó al Barça se limitó a observar, dar opinión y asumir las decisiones deportivas que iba tomando el club. Ernesto Valverde era el nuevo en la estructura y, a pesar del peso específico que debe tener todo entrenador, entendió que lo que tocaba era dedicarse a construir un equipo dejando para otros la resolución de altas y bajas en un verano que fue demasiado complicado. Valverde pasaba de puntillas en sus declaraciones y se limitaba a echar balones fuera dejando la responsabilidad a un área deportiva que acabó agobiada por el adiós de Neymar y la (casi) imposibilidad de fichar cracks de primer nivel.

Pasado ese primer año, y con dos títulos de los importantes bajo el brazo, el estatus de Valverde ha cambiado en el Barça. Los nuevos están ahora en la dirección deportiva y se siente con la fortaleza de tomar decisiones. Porque el que se la juega, principalmente, es él. Valverde está hablando mucho sobre altas y bajas. Y se está mojando con titulares impensables hace solo unos meses. Ha pedido, casi exigido, un centrocampista de primer nivel para que sea titular desde el primer día, ha lanzado varios recados a Yerry Mina dejando claro que el central no es santo de su devoción abriéndole claramente las puertas a una salida y ha advertido que Malcom no era preferencia para su esquema. Y eso de puertas afuera. Porque Valverde también ha actuado internamente hablando con algunos futbolistas con los que no cuenta y dejándoles claro que no tendrían oportunidades.

Su intervención ha sido clave, por ejemplo, para que Paco Alcácer comenzase a negociar ofertas ante la parálisis vivida durante buena parte del verano. Valverde quiere una plantilla corta de una vez por todas. Y sueña con tener 17-18 jugadores peleando por ser titulares. Solo así podrá revalidar el título de Liga y  se evitará sustos en la Champions. Valverde quiere a Rabiot o De Jong y no se conformará con terceras opciones. Ha ordenado el fin de los fichajes de fondo de armario.