Eriksson da una lección de actitud a sus compañeros

Eriksson, decidido a seguir mejorando

Eriksson, decidido a seguir mejorando / Javi Ferrándiz

Maite Antón

Maite Antón

No es un peso pesado. Es de los que menos minutos juega, ha chupado mucho banquillo, y hace apenas unas semanas su nombre sonaba para abandonar el Barça. Nadie lo tenía en cuenta como posible 'tapado' o jugador revelación de esta Copa del Rey. Pero Marcus Eriksson no se dejó contagiar por ese aire deprimente que envuelve al Barça en su juego y se erigió en el héroe inesperado de su equipo. Más allá de demostrar su talento como tirador y aportar 18 puntos, este sueco de 23 años dio una lección de ACTITUD. Salió intenso desde el primer minuto, se echó el equipo a la espalda y fue el líder que necesitaba el Barça en el tercer cuarto tras una primera parte blaugrana para olvidar. Fue una máquina de fabricar triples e hizo reaccionar a los suyos, proporcionando esa chispa que conectó finalmente al Barça. Contagió de espíritu a sus compañeros, quienes se pusieron las pilas para remar todos juntos hacia las semifinales.

Eriksson dio ejemplo. Lo hizo el chaval de 23 años, demostrando que los jóvenes sí merecen tener una oportunidad en este equipo. Rice y Tomic, los pesos pesados del equipo, empezaron fatal, sin la intensidad necesaria que requiere la Copa, pero luego siguieron la estela del sueco, como también lo hizo Renfroe. El Barça superó la primera prueba en Vitoria y ganó esas dosis de confianza que tanto echaba en falta, la que dan las victorias. Veremos si este sábado, en las semifinales ante el Valencia, se da otro paso adelante y se consigue una mayor regularidad en el juego. Siguen habiendo carencias evidentes, como se vio en una primera parte en la que se abusó del triple, con enormes problemas en el ataque estático y sin intensidad atrás. Quedémonos con la lección de Eriksson y la importancia de la actitud. ¡Chapeau, Marcus!