Entre el Sudoku y el Tinder, un tesoro

Griezmann, en San Paolo

Griezmann, en San Paolo / AFP

Rubén Uría

Rubén Uría

Duda y resultado

El fútbol es más fácil que resolver un Sudoku y menos sencillo que el objetivo de Tinder. A  caballo entre lo sencillo y lo complicado, aparece el duelo de San Paolo. El estilo, siempre debatible, es libre. Lo que no admite debate es que el fin último del fútbol es rematar a portería. Si no se chuta, es imposible ganar. Si el fútbol no tuviera porterías, el primer tiempo del Barça de Setién en San Paolo debería estudiarse en la Universidad de Harvard. Como el fin último del fútbol consiste en marcar gol, Mertens aprovechó una cadena de favores de Junior, se fabricó el espacio, armó la pierna y a cobrar. En el segundo acto, el Barça remató y marcó. Encontró una jugada y se llevó un botín más que preciado: el gol en campo contrario. Pase genial de Busquets para romper al espacio, Semedo entró como cuchillo en mantequilla y Griezmann la mandó a guardar. Un disparo, un gol, un empate y un gol fuera de casa. Después, el milagro diario de Ter Stegen sirvió para aliviar al culé. El resultado queda, las dudas siguen. O viceversa, a gusto del consumidor. Entre el Sudoku y el Tinder, un partido de fútbol. Y un gol de Antoine, que vale un tesoro.

Batalla para niños y hombres

Si Messi es el enemigo público del madridismo, Guardiola es la figura que más rechazo suscita en la Casa Blanca. Por eso tiene mérito que Zidane, compañero de profesión de Pep y a la sazón, leyenda viva de la Champions y tótem sagrado del madridismo, haya roto filas para expresar, haciendo uso de su libertad, su gusto particular: “Guardiola es el mejor entrenador del mundo”. Mejor demostrar señorío que presumir de tenerlo. Otro nombre propio en la previa fue Ramos, que habló de la trascendencia de la batalla: “Aquí es donde se ve a los tíos, a los niños hay que dejarlos a un lado”. No le falta razón. El campo nunca miente y determinará quiénes compitieron como hombres y quiénes como niños. Primer asalto. No habrá tregua, ni se concederá.