Entre Lautaro y otro Boateng, optimizar existencias

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Jordi Costa

Jordi Costa

No se podía saber: el Barça es menos contundente sin Luis Suárez. Y también estaba cantado que, si antes del estreno de Setién ya había debate sobre la necesidad de fichar un delantero centro de emergencia, la primera dificultad en ver portería supondría acudir al mercado. Un síntoma más de la improvisación con que se mueve el club, ahora para corregir un error de planificación que viene del verano pasado.

Se comprende que un entrenador que se encuentra, de entrada, con la baja de un futbolista tan determinante como el uruguayo solicite un refuerzo de su perfil. También lo hubiera pedido Valverde. Lo que cuesta más de entender es que no se conceda algo más de tiempo al nuevo registro del equipo. Es cierto que, frente al Granada, el Barça remató poco y que Setién echó de menos desmarques para exigir a los centrales andaluces, pero tan cierto como que esa función -no la de 9, no la de ser un killer, pero sí la de dar profundidad al equipo- la puede ejercer Griezmann en cuanto se ajuste su nuevo rol.

En teoría, el francés tendrá libertad para abandonar la banda y jugar por dentro, y lo debe aprovechar para asociarse con la sala de máquinas pero también para ser agresivo de cara a la portería contraria, ofreciendo líneas de pase a Messi. Sin ser un goleador, el francés se podría hinchar porque el 10 ha perdido a su socio habitual y busca receptor para su talento asistente. 

Difícil convencer al Inter

De la decisión de ir al mercado se deduce que tanto la directiva com la secretaría técnica quieren evitar que se les atribuya un hipotético desenlace fallido de temporada por no haber querido fichar. En consecuencia, se ha desencadenado ya la catarata de posibles candidatos, algunos prohibitivos, otros que no mejoran las opciones existentes.

El sentido común dice que, si el Barça tiene claro que Lautaro Martínez va a ser su apuesta en verano, mejor acometer ahora la operación, por cara que resulte, antes que hacer un doble gasto: ahora un pedazo y en julio, el definitivo. Sucede que el argentino tiene cláusula de rescisión -110 millones- sólo en verano, y que parece difícil convencer al Inter para que lo venda ahora, cuando se está jugando el scudetto, sin pagar una barbaridad.

La alternativa, el bueno, bonito y barato que pretende hallar el Barça cuando en el mercado de invierno se paga la desesperación, suena peligrosamente a segunda parte de Boateng. Y ahí sí que debería haber unanimidad: más vale Griezmann conocido -y aún desubicado- que saldo por conocer.