Entre Ansu Fati y Dembélé

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Joan Mª Batlle

Joan Mª Batlle

Al entrenador del Barça, ahora Quique Setién y dentro de mes y medio a él mismo o al que le sustituya, se le plantea la disyuntiva entre dar más bola a Dembélé o a Ansu Fati, dos jugadores jóvenes que en principio están llamados a luchar por la misma plaza y zona de influencia en el ataque. Sus historias están en las antípodas.

Dembelé se fichó a precio de superfigura y Ansu Fati se ha formado en la cantera. Dos orígenes, y conceptos, contrapuestos que habría que pasar por el tamiz del rendimiento. Aquí, Dembélé ha tenido toda la mala suerte del mundo: las lesiones le han masacrado y si ya es difícil adaptarse a un sistema de juego como el del Barça viniendo de otras ligas como la francesa y la alemana, no tener la regularidad ni el tiempo a favor lo hacen todavía más duro. Ansu Fati, en cambio, tiene el ADN Barça en su sangre. Debutó y triunfó. O, mejor dicho, debutó y mostró grandes condiciones para triunfar. El elenco de vacas sagradas en la delantera (Dembélé incluido aunque solo sea por los 145 millones que costó), son su principal obstáculo. 

LA DECISIÓN.

Por eso digo que hay que escoger. Para ello, lo primero que hay que concluir es si estos tres años grises de Dembélé se deben únicamente a las lesiones o hay algo más. Después, preguntarse si hay garantías de una recuperación total y absoluta. Y por último, definir exactamente su rol en el equipo. ¿Extremo puro y duro?, ¿titular indiscutible o revulsivo habitual?... También si sus mejores virtudes, sobre todo velocidad y desequilibrio, se ajustan a un sistema de posesión o de contragolpe y a qué jugaría el equipo. Muchas dudas.

Con Ansu Fati, personalmente no tengo ninguna. Adaptación inmediata por salir de la cantera, talento extraordinario, capacidad de asociación con Messi, desequilibrio y gol (7 en 1028 minutos a los 17 años). Todo ello demostrado. Si hay que apostar, Ansu es el hombre. Su horizonte de progresión es infinito y lo que menos necesita son obstáculos que puedan cerrarle el paso. No pasa nada por tenerles a los dos en plantilla, pero económicamente es una ruina mantener a Dembélé como quinto, o sexto, delantero. Vender a Dembéle para potenciar a Fati es lo más aconsejable.